Seguro que estará en Primera en muy poco tiempo”, augura Mateo Musacchio sobre su paisano, Nahuel Matías Leiva, otro futbolista precoz nacido de la prodigiosa escuela de Rosario, la ciudad argentina que también vio nacer al actual número uno del fútbol mundial, Messi.

Nahuel no es un juvenil al uso. El Villarreal ha mimado desde su llegada la evolución de este talentoso futbolista que tuvo que esperar hasta los 16 años para poder competir oficialmente en nuestro país y que, solo un año más tarde --cumplió el pasado noviembre los 17-- ha pasado por todas las categorías inferiores de la entidad para consolidarse como una de las piezas clave del filial a las órdenes de Planagumà.

Por eso, su ausencia en la convocatoria del filial ante el Levante B, unido al hecho de que Nahuel entrenara ayer junto al grupo de la primera plantilla que prepara ya el compromiso liguero del lunes ante la Real Sociedad, podría ser una pista de las intenciones que tiene Marcelino para que el todocampista argentino --“juega bien en cualquier posición de ataque que se le asigne”, destaca su entrenador en el filial-- pudiera dar un pasito más en su corta carrera, sin descartar siquiera un posible debut con el primer equipo la próxima semana.

Nahuel tiene hasta el aval del capitán del Submarino. Las pocas veces que ha entrenado con nosotros han sido suficientes para ver que se trata de un jugador con algo diferente a los otros chavales de la cantera”, apunta Bruno Soriano, que vislumbra “un buen futuro por delante” para el jovencísimo futbolista rosarino.

“Le conozco de hace años y es un gran futbolista”, admite Musacchio, que pide “paciencia” para que el proyecto de crack que es Nahuel llegue a buen puerto. “Sé lo que es jugar en la élite desde los 15 años y lo difícil que es para un chaval tan joven estar ahí”, dice el central, que debutó en Primera con el River siendo todavía un niño. Marcelino sabe que tiene una estrella en ciernes entre manos. H