Corría agosto del 2010. Andorra, a diferencia de ahora con la nieve, era un refugio caluroso, verde y natural. La Gallina era un puerto desconocido. En aquel verano este diario descubrió la cumbre que dos años más tarde se incluyó por primera vez (victoria de Alejandro Valverde) en el recorrido de una Vuelta que el próximo septiembre se resolverá en esta durísima cima.

Andorra será algo así como el lacito final, en un ciclismo que diseña ahora sus etapas reinas con un kilometraje que los viejos héroes de este deporte, aquellos que no entraban en calor hasta los 200 kilómetros, no acaban de comprender. La jornada magna de la Vuelta 2018, a un solo día de Madrid (sábado, 15 de septiembre), constará de seis puertos (dos pasos por La Comella y Beixalis, una subida a Ordino y la llegada final a La Gallina) y poco más de 100 kilómetros, pero los ciclistas se encontrarán con casi 4.000 metros de desnivel. Un par de meses antes, el Tour, también apuntado a esta moda, sorprenderá con una jornada reina de solo 65 kilómetros en los Pirineos, en el Pla d’Adet.

La Vuelta, que se iniciará el sábado, 25 de agosto, con una contrarreloj en Málaga, incluye nueve llegadas en alto y trampas como La Covatilla, en Salamanca; la debutante subida de Les Praeres, en Asturias, o el Monte Oiz, en Vizcaya, pero, después de tres años, no llegará a Castellón.