La clóchina, el mejillón valenciano, es pequeña, de carne rosada e intenso sabor yodado. Saludable, poco calórica, apenas alcanza las 65 calorías por 100 gramos de producto sin concha, rica en vitaminas, calcio, hierro, magnesio, fósforo y omega 3, es uno de los alimentos por excelencia de nuestra zona. Además, tiene poca grasa y un alto valor proteico. Es muy recomendable en la alimentación de niños, adultos y ancianos.

La mejor forma para degustarlas es sencilla y simple: abiertas al vapor o hervidas con un poco de agua de mar. Siempre que esté en temporada, no puede faltar en paellas y otros guisos marineros ya que enriquece los caldos.

En los mercados municipales se puede encontrar con facilidad este popular marisco, joya gastronómica de pequeña producción y corta temporada. Posee sello de calidad y garantía desde el 2007, con la Marca de Calidad de la Comunitat.

A la hora de comprar las clóchinas hay que tener en cuenta que su valva esté cerrada o se cierre al tocarla, señal que están vivas. Las podemos guardar hasta tres días en la nevera en la parte baja, bien limpias en un recipiente cubiertas por un trapo húmedo.

La época de recolección empieza en mayo y dura hasta finales de agosto. Se cosecha una sola vez al año, al contrario que los mejillones gallegos que se recolectan todos los meses siendo mejores de septiembre a abril, cuando el agua está más fría. Destacar que este bivalvo es un producto de proximidad y se cultiva de forma tradicional y artesanal desde finales del siglo XIX, en bateas o viveros en el puerto de Valencia.

Finalmente, señalar que estudios realizados por el departamento de Tecnología de los Alimentos de la Universidad Politécnica de Valencia revela que las virtudes de este alimento se multiplican ofreciendo unos valores organolépticos muy singulares frente a otros mejillones de diferentes procedencias.