El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis ha irrumpido en la escena político económica internacional sin complejos y con misión rompedora. La renegociación de la deuda como una de las vías para la recuperación de la maltrecha economía griega forma parte de la obsesión clara de su agenda negociadora con la UE. Mientras algunos economistas ocultan su conservadurismo tras americanas pretendidamente ridículas o peinados alborotados de aparente genialidad, Varoufakis apuesta también por una imagen posmoderna en un mundo de economistas de izquierdas, normalmente relegados a humildes despachos universitarios. Al margen de estéticas, Varoufakis aparece como revitalizante de las tesis económicas que imperaban en las universidades europeas en los 80, basadas en el materialismo histórico de Marx y Engels. Pero ¿es Varoufakis marxista? "Ni una sola de mis publicaciones académicas puede entenderse como explícitamente marxista, y mis energías se han orientado precisamente a prevenir el colapso del capitalismo", explica en una conferencia divulgada en internet Varoufakis, que se autodefine como "democrático, libertario y socialista".

Con esa carta de presentación y sus apariciones en las redes sociales, aplicar el término marxista a Varoufakis es quizá no exacto, ya que las tesis del materialismo histórico han sido adaptadas a historiadores, sociólogos e intelectuales no ligados al comunismo. A diferencia de los enfoques que muestran al capitalismo como un sistema estático y resultado último de una evolución, los economistas de izquierdas que parten de premisas del materialismo histórico ensalzan los valores sociológicos y transitorios del actual sistema.

EL MINOTAURO GLOBAL

El último libro de Varoufakis, 'El minotauro global, Estados Unidos, Europa y el futuro de la economía mundial', enmarca claramente sus puntos de vista, arraigados en ese materialismo histórico, corriente de pensamiento que analiza el desarrollo de la humanidad a través de la influencia que en el orden social tiene la producción y el intercambio de productos. El ensayo de Varoufakis aporta una visión crítica, que parte del concepto minotauro para explicar con claves muy griegas el desarrollo económico de la segunda mitad del siglo pasado y aventurar los cambios que se están produciendo.

RECURSOS EXCEDENTARIOS

Varufakis considera que la economía mundial se ha visto sometida a Estados Unidos (el minotauro), que ha utilizado al resto de países para financiarse y potenciar su riqueza de forma desigual. Según Varoufakis, EEUU ha sido el gran destinatario de los recursos excedentarios de Alemania y Japón (y más recientemente China). El poder monetario del dólar ha permitido reciclar esos flujos de capital hacia EEUU en inversión al exterior en una especie de círculo virtuoso que se retroalimentaba haciendo cada vez más ricos a determinados actores de la actividad económica. La imagen mitológica del minotauro que se alimenta del sacrificio ajeno es recurrente en el corpus teórico de Varoufakis.

EL ENQUISTAMIENTO DEL MINOTAURO

Para el economista griego, la crisis es el resultado, entre otras causas, del enquistamiento de ese minotauro al convertirse EEUU en un país deficitario. El mundo afronta la crisis del sistema hegemónico. El orden se ha roto. "Vivimos en un mundo en el que las doncellas del Minotauro -con Wall Street a la cabeza- campan por sus respetos, liberadas de los caprichos de la bestia", dice Varoufakis. En su opinión, China es un nuevo minotauro. Es capaz de atraer capital y productos para alimentar su mercado interno y transformar sus recursos en inversión exterior que alimenta a nuevos gigantes de la escena económica mundial. Aunque EEUU sigue controlando la máquina de hacer dólares, los actores económicos se han independizado y parecen cada vez más incontrolables, según Varoufakis, lo que obliga a una intervención pública.

EL LIDERAZGO ALEMÁN

El economista griego-australiano no reniega de la necesidad del liderazgo alemán en Europa. "La opinión pública alemana se ha convencido de que Alemania se ha sustraído de lo peor de la crisis gracias al ahorro y al duro trabajo del vituoso pueblo alemán, en contraste con los derrochadores pueblos del sur", escribe en su libro. Opina, por el contrario, que han sido las entidades financieras alemanas e instituciones europeas las que han animado esa situación de desequilibrio norte-sur beneficiándose de burbujas especulativas, como la sufrida por España en los últimos años.

La receta ante la crisis actual es afrontar el problema de la deuda con un nuevo enfoque. En su opinión, la crisis de la zona euro "podría resolverse sencilla y rápidamente" con voluntad política, por la vía de controlar el encarecimiento artificial de la deuda pública. La sociedad y los poderes públicos deben controlar al mercado y no al revés.

LA RECETA DE SYRIZA

La apuesta de Syriza, de la mano de Varoufakis (similar a las propuestas de la izquierda sociológica europea), pasa por el desarrollo de políticas redistributivas con un aumento del gasto público (enfatizando la inversión social) y con un incremento de los salarios y de los asalariados, a fin de estimular la demanda doméstica paralizada por las políticas de austeridad. Todo ello financiado con medidas fiscales que incrementen la progresividad fiscal y corrijan el fraude fiscal. Por supuesto, el capítulo de los gastos requiere la renegociación de los compromisos financieros del Estado. Es fundamental ajustar los costes de una deuda que es artificialmente alta debido al sistema desarrollado en la Eurozona, basado en un Banco Central Europeo que en lugar de ser una institución que proteje a los estados frente a la especulación financiera, comprando deuda pública, es un lobi de la banca, opina Varoufakis.

EVOLUCIÓN

El Varoufakis economista ha ido evolucionando a lo largo de su vida desde el influjo de las teorías marxistas hasta el submundo microeconómico, el análisis las burbujas y las teorías de juegos, para volver nuevamente al origen más humanístico de la economía. La faceta helenística del conocimiento ha ganado la partida por el momento en su evolución personal, al entender que el objeto de la actividad económica no es alcanzar el máximo beneficio de unos pocos sino el de las mayorías ante un sistema capitalista ahogado por sus propios protagonistas. Los medios para alcanzar ese objetivo son su trabajo de campo de los próximos decenios.