Las nuevas tecnologías de la comunicación, internet y las redes sociales están transformando los modelos de comunicación y de las relaciones humanas y van haciendo más pequeño nuestro mundo; desparecen las distancias; nos hacen interdependientes. Estos medios se han convertido en una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones y opiniones, y donde nacen nuevas relaciones y formas de comunidad. Son un verdadero don para la humanidad. Por ello hemos de colaborar para que sus ventajas se pongan al servicio de los seres humanos, sobre todo de los más necesitados y vulnerables.

Las nuevas tecnologías son éticamente neutras; ofrecen muchas posibilidades, pero también entrañan peligros. Los nuevos medios tienen un extraordinario potencial: las familias pueden permanecer en contacto aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos; la naturaleza interactiva de los nuevos medios facilita formas más dinámicas de aprendizaje y de comunicación Además pueden favorecer la cercanía real de las personas. Cuando se utilizan bien, estos espacios favorecen el diálogo y el debate.

Sin embargo, también existen aspectos problemáticos: la velocidad y la abundancia de informaciones dificulta su valoración; la variedad de opiniones puede dejar indefensos ante intereses egoístas, ávidos de dinero y de poder; el anonimato puede ser usado para insultar, difamar o inducir al delito; a veces se usan para la difusión de falsas noticias y para manipular en un sentido interesado; muchas otras provocan el aislamiento frente a los más cercanos y producen dependencias malsanas.

Por todo ello es necesario aprender y enseñar a hacer buen uso de los nuevos medios y a comunicar bien, para conocernos mejor y estar más unidos.

*Obispo de Segorbe-Castellón