Decía Gabriel García Márques que «todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta». A este tercer escalón de la existencia humana se refiere Vida nº 3, el segundo libro de José María Lerín (Zaragoza, 1981), que cuenta la historia del asesinato de un abogado, «cuyo cadáver aparece en una cala de Peñíscola». Un texto que fue presentado en la capital de la Plana, en un primer paso en busca de ávidos lectores apasionados por narraciones atrayentes y convulsas.

Pero no solamente la ciudad papal aparece en la novela. «También Castellón capital, Benicàssim, Tirig, Aín... en un homenaje literario a la provincia». «Es una forma de reivindicarla como escenario de historias; no solamente Madrid o Barcelona tienen que ser lugares donde se desarrollen tramas, también Castellón, ¿por qué no?», asegura Lerín.

Literatura de género negro, aunque no exclusivamente, que también. «Aparece la critica social, la investigación policiaca, denuncias contra la corrupción...», destaca el escritor. Vida nº 3 es la segunda obra de Lerín en un claro acercamiento literario a una temática «que está en auge», según sus propias palabras. «Tengo vocación policíaca», concreta el autor, que confiesa «fascinación» por esos mundos y sórdidos paisanajes y relatos de enigmas y crímenes por resolver.

NOVELA NÓRDICA // Ferviente admirador de Pérez Reverte y Javier Marías, y por supuesto de los grandes maestros de la novela nórdica (Stieg Larsson, Arnaldur Indrioason...), sin olvidar a Vázquez Montalbán, y en cuyas novelas son muchas las referencias a la provincia de Castellón, «que abrió el camino de la novela negra española contemporánea» y, sin desdeñar a Stephen King, «por la frescura y desarrollo cinematográfico» de sus narraciones», la vida de las letras de Lerín prosigue triunfante. La semana que viene presenta la novela en Madrid y en el mes de septiembre en su Zaragoza natal.

Siente el cariño de los lectores que están descubriendo una Vida nº 3 «que incita a visitar Castellón, que la deja en buen lugar». «Me dicen que describo muy bien a la provincia», evoca un Lerín que está descubriendo su espacio en las buenas letras.