En una cumbre celebrada a finales de los 90 en Moscú, los barones de la mafia rusa hicieron un reparto de zonas de influencia. En aquella asamblea mafiosa se decidió que España iba a ser uno de sus santuarios, un lugar destinado a invertir dinero y a vivir. Zahar Knyazevich Kalashov fue uno de los numerosos ladrones en ley, que decidió instalarse en España y que siguió esas consignas.

"En España la principal actividad de los ladrones en ley dice un mando de los Mossos d´Esquadra especialista en las mafias del Este.

En España, sus principales sectores de inversión son el sector inmobiliario, con la compra de viviendas, solares rústicos y urbanos; la restauración, con restaurantes y hoteles; la compra de amarres en puertos deportivos; y las agencias de viajes y las matrimoniales. "Los ladrones de ley invierten a través de empresas pantalla a nombre de testaferros que casi siempre son rusos", explica.

En opinión de este policía, el por qué de la catalogación de España, y sobre todo Andalucía, Valencia y Cataluña, como país santuario está claro: "Es un lugar idílico para ellos. Hay estabilidad económica y política, lo cual es perfecto para hacer inversiones; hay muchísimos turistas, con lo que pueden pasar desapercibidos y hay buen sistema bancario. Pueden esconderse y estar lejos de los lugares donde operan. ¡Ah! El clima es agradable y a los rusos les gusta vivir bien".

Según un alto responsable policial radicado en Madrid, en España reside una pequeña parte de los 200 grandes ladrones en ley rusos. No obstante, el número de lugartenientes es mucho mayor y puede superar el centenar de mafiosos relevantes.

Porque no todos los mafiosos son ladrones en ley. Estos son sólo una minoría. Son la élite, los príncipes de la mafia. "Para ser ladrón en ley explica ese mando.

Una media de 50 años

Los ladrones en ley forman una curia mafiosa que en sus orígenes nació de la cúpula del Estado. "Es gente que siempre ha estado arriba y que en Rusia son el poder", señala. En origen, los ladrones en ley tenían un código de honor que establecía que no podían casarse ni tener negocios, sino que impartían justicia, distribuían territorios y negocios y recibían dinero de las mafias que están por debajo.

Los capos de la época de Kalashov tienen alrededor de 50 años y crecieron alimentándose de los despojos de la URSS. Muchos eran altos funcionarios que aprovecharon el negocio.

Aparte de las inversiones para blanquear el dinero a que se dedican los ladrones en ley, sus lugartenientes, en un escalón inferior, se han enriquecido gracias al tráfico de inmigrantes clandestinos, la trata de blancas, la prostitución, la extorsión y la explotación laboral, sobre todo en el sector de la construcción.

No obstante, todos los mandos policiales consultados coinciden en que los mafiosos rusos y georgianos son más discretos que los de otros países. Así, las redes rumanas se han especializado en la prostitución; la mafia italiana, en el blanqueo de dinero; los albanokosovares, en los robos a domicilios; y los colombianos, en la droga.

En cualquier caso, esos grupos están en expansión en España. "Se han aprovechado de que en este país, con excepción de Galicia, no había estructuras mafiosas propias", dice el mando policial desde Madrid, que añade: "España no ha sabido blindarse jurídica ni policialmente contra estos grupos, y eso lo estamos pagando".