Según datos de la OCDE, los alumnos que en España deciden cursar la Formación Profesional (FP) son el 12% del total, mientras que la media de la Unión Europea es del 29%. Las cifras de los alumnos que siguen la llamada FP dual son aún más concluyentes. En España, el 0,4%, mientras que la media europea es del 16,2%, con países como Suiza (59%) o Alemania (40,3%) donde la combinación de estudios y trabajo produce efectos altamente positivos tanto para la educación de los jóvenes y su inserción laboral como para el desarrollo empresarial. Las cifras del último curso son un poco más positivas (el 3% de los alumnos), pero hasta el momento la FP dual aún es bastante residual en España, con las excepciones del País Vasco, donde se implantó en el año 2011, y Cataluña, donde la cifra de alumnos se eleva hasta el 8,5%.

Los ejemplos de estas comunidades autónomas trabajan en la línea de conectar trabajo y formación, pero conviene creerse de una vez que la FP precisa urgentemente de una vigorización que ahora parece ir en serio.

En el modelo alemán, vigente desde el año 1969, se da tanta importancia a los conocimientos teóricos como a la práctica en un lugar de trabajo y el alumno debe acreditar que tiene plaza en la empresa antes de matricularse en los estudios, en una combinación beneficiosa para todos y con una evaluación final exterior que tanto valora los méritos de los jóvenes como el papel desempeñado en su formación por la empresa.

Tanto la baja tasa de desempleo juvenil (el 7%, frente al 36% en España) como la consolidación profesional del estudiante son un éxito, mientras que en España la FP dual, aunque implantada sobre el papel, solo tiene una función testimonial.

No es de extrañar que el Gobierno del PSOE haya decidido apostar por esta innovación docente: desde la propia denominación del ministerio, que ya no es solo de Educación sino también de Formación Profesional, hasta la propuesta de comisión conjunta entre Trabajo, Industria y Educación para revertir la mala situación de la FP en el país. Conviene tener en cuenta que Isabel Celaá, que ahora es ministra, fue consejera en Euskadi cuando allí se implantó la FP dual.