Laponia y la Serranía Celtibérica son los dos únicos territorios de la UE con densidades inferiores a los ochos habitantes por Km2. Los Últimos. Las Voces de la Laponia española es el título de un magnifico libro del periodista valenciano Paco Cerdà. La Serranía Celtibérica rodea el Sistema Ibérico, sumando más de 1.600 localidades de Teruel, Zaragoza, Guadalajara, Soria, Burgos, Cuenca, La Rioja, Segovia, Valencia y Castellón. Es la zona más golpeada por la pérdida de población, un desierto demográfico que suma el 13% del territorio estatal.

Explotar las posibilidades que ofrecen los recursos patrimoniales y naturales o el sector agroalimentario podría ser motor de desarrollo para revertir la tendencia. Y eso se sabe bien en comarcas como Els Ports. Son territorios invisibles, inmensas montañas que no existen en las agendas mediáticas ni políticas. La lucha contra la despoblación es continua, sabiendo que cualquier inversión institucional nunca es rentable, aunque tengan todos los derechos para acceder a los mismos servicios que otras localidades.

Es necesario dirigir miradas y voces hacia estos grandes agujeros negros cuyo reto no son los experimentos. Hay que proteger y mantener la realidad para frenar el retroceso y hay que promover la presencia de jóvenes en los núcleos rurales. Una problemática geográfica y social que debe provocar reflexión y acción en las instituciones.

Estos pueblos merecen infraestructuras y comunicación, nuevas oportunidades que garanticen el desarrollo local, la dinamización, la supervivencia. La vida rural no es el paraíso ni una postal, es una manera de vivir que no es visible para las ciudades. Un silencio y una soledad que reivindica futuro. Y es preciso mirar y sentir para no castigarles al olvido, como se ha hecho a lo largo del pasado siglo. Este libro es periodismo comprometido, un homenaje a quienes no tienen voz. Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tiene una segunda oportunidad sobre la tierra. Pero lo que escribe Paco Cerdà tras recorrer Els Ports y detenerse en Les Alberedes y entrar en la casa donde cuelga la chaqueta negra de Simón, su último habitante, es una señal para que recordemos de donde venimos, para escuchar estos silencios, «para compartir la soledad en este Macondo del interior castellonense» que puede ser el de otros pueblos casi deshabitados.

*Periodista