Querido/a lector/a, hay circunstancias y hechos políticos que sin ser iguales e, incluso, pasando en países diferentes, uno percibe el mismo perfume en todos ellos, es decir, tienen algo en común. Digo, que lo que está pasando en Alemania, que una parte del SPD, del Partido Socialdemócrata, se niega a seguir formando coalición de gobierno con la derecha, con la democracia cristiana de Angela Merkel, me recuerda a los persistentes afiliados que mantuvieron a Jeremy Corbin de responsable del Partido Laborista (cuando la banca y su propio grupo parlamentario lo acusaban de radical), al Pedro Sánchez del «no es no» frente a Rajoy y a gente de su propio partido y al Benoît Hamon que se negó a dinamitar el PSF participando con Valls en la operación de Macron.

Repito, no es exactamente la misma historia la de Alemania que la de Inglaterra, la de España o la de Francia, pero detrás de ese inconformismo aparece una parte de la socialdemocracia europea, unos afiliados, una gente que tienen en común estar en política para cambiar las cosas y no, simplemente, para ser algo desnaturalizado, pragmático y solo medianamente reformista que se limita a ser uno de los gestores del modelo establecido e imbuido en la lógica del capitalismo y el poder. Gentes que consideran que España, por no decir la Unión Europea, necesita una ideología socialdemócrata sustentada en principios y en valores, con proyecto crítico y alternativo ante la actual y general modelo económico y social neoliberal. Gentes que a pesar de la propaganda y todo eso del pensamiento único y de todos los mil defectos y pasiones que puedan acarrear, aún entienden, creen y se reafirman en que existe la política y que perduran las culturas de la izquierda y de la derecha con claras diferencias. Así es que, según mi criterio, eso es lo que entiendo que aparece detrás de las historias referidas aunque de forma no tan limpia ni pura. Más o menos.

*Analista político