Querido/a lector/a, esta semana me toca hablar de pensiones. Después de más de cien manifestaciones en España exigiendo pensiones dignas, no me queda otra opción. Así es que, permitidme un par de detalles: me refiero a la voluntad de reafirmar que unas pensiones dignas con revalorizaciones de acuerdo con el IPC y en marco de un sistema de pensiones público y viable, es necesario en España por motivos de justicia social y por ser un estímulo para la actividad económica.

Digo de justicia porque es una desvergüenza intolerable que en un mundo y en unos momentos en los que se crece económicamente y donde la banca (culpable de la última crisis) y los empresarios superan los beneficios que sacaban en el 2007, antes de la crisis, no solo no se quiere distribuir socialmente la riqueza sino que se niega el pan y la sal a millones pensionistas con un aumento del 0.25%. Es decir, se sigue manteniendo un aumento ridículo de las pensiones por debajo de la caristía de la vida y, en consecuencia, se sigue debilitando la capacidad de las pensiones y la vida de los pensionistas. Parece que no se esta por ayudar a quienes sin culpa más lo necesitan porque más han sufrido la crisis.

Pero también es cierto, y de ahí viene la importancia económica de la revisión de las pensiones, que el hecho de no aumentarlas adecuadamente ni las pensiones ni los salarios, o de mantenerlas en un crecimiento menor del que se debería, favorece una desgraciada y cierta atonía del crecimiento económico porque no ayuda a superar ni la demanda interna ni el consumo.

Querido/a lector/a, si a las dos razones expuestas le unimos la de que el año pasado los beneficios han crecido el 5%, el 12% los dividendos y las pensiones han perdido el 1.7%, el no querer revisarlas o repartir la riqueza cuando pueden y es necesario suena a mala leche, a privatización, a presiones para que nos dotemos de planes de pensiones privado.

*Analista político