El Mobile World Congres (MWC) ha arrancado este lunes en Barcelona y en L’Hospitalet con toda normalidad tras los lamentables incidentes políticos de la víspera. Los organizadores, pese a la ralentización de las reservas confían en repetir los 108.000 visitantes de la anterior edición, récord absoluto en la historia del certamen. Un récord de visitantes que dejará casi 500 millones de euros de ingresos en la conurbación de Barcelona, una aportación substantiva y sustancial al PIB y, en consecuencia, al empleo y al bienestar. La ciudad no puede prescindir de este acontecimiento. Por el beneficio directo que reporta pero también por el indirecto. Durante estos cuatro días, la ciudad condal es el escenario en el que se dibuja el futuro de la comunicación móvil, que hoy quiere decir el futuro de la comunicación y, en general, del conjunto de la economía. Entre las novedades de este año destacan las aplicaciones en el uso del 5G que multiplicará la conectividad de los dispositivos móviles y los abrirá a nuevas experiencias de realidad aumentada y de inteligencia artificial. Este salto adelante, junto con las aplicaciones de la tecnología blockchain provocará un movimiento disruptivo solo comparable al que significó en su momento la aparición de internet. El avance plantea, como se discute estos días en el MWC, algunos retos cruciales relacionados con la garantía de acceso universal a los nuevos servicios, la protección de los datos de los usuarios y las garantías jurídicas en las transacciones.

Para Barcelona, y en consecuencia para España, es un privilegio asistir en primera fila a la presentación de esas novedades y al inicio de estos debates que le supone una clara ventaja competitiva. El encuentro FYFN que se celebra en paralelo al congreso es el escaparate para 600 compañías start-up que en parte pasan a formar parte del ecosistema digital de Barcelona, sin duda, el mejor legado que ha dejado y dejará en el futuro el MWC a la ciudad.

La realidad, pues, se impone a los discursos y a los gestos retóricos pero vacíos de alternativa y de contenido. El MWC volverá a ser un éxito y se lo pondrá más y más difícil a los que quieran expulsarlo o llevárselo de Barcelona. La ciudad ha aprendido a convivir de manera equilibrada con estos miles de visitantes y ellos saben que todos son bienvenidos. Seguramente los sinsabores iniciales se podrán compensar con el buen sabor de boca final.