Vivimos tiempos de contradicciones… y vamos a más. Si hay alguna institución pública a la que hoy en día no pueda ni ver la izquierda es a la Diputación, cuya legitimidad ponen continuamente en tela de juicio, pero a la que acude cuando le interesa, que es casi siempre. Pero es que, ahora, ya no solo ansían su desaparición, sino que la maltratan hasta el punto de tomar decisiones arbitrarias y caciquiles, con medidas injustas, traicioneras, y sin ninguna previsión.

Esto es lo que hemos vivido con el anuncio de Ximo Puig de que el Consell, diputaciones y ayuntamientos pagarán los libros escolares de Primaria y Secundaria. El anuncio se ha hecho con una deslealtad absoluta, y que va a ser la tónica del Gobierno valenciano, condicionando los presupuestos de diputaciones y ayuntamientos; y lo que es más sorprendente, sin consultar. La medida tiene una sola finalidad, hacer política del postureo nuevamente a costa de la educación, pagando otros. No es razonable anunciar una medida de este calibre, sin ninguna previsión, sin determinar cómo va a ejecutarse, cuándo, ni quién va a decidir si los libros están o no en mal estado para recibir la ayuda económica. Esto ya está inventado Sr. Puig, las ayudas indiscriminadas que venden titulares las inventó el PSOE, el cheque-bebé por ejemplo, esa gran y fugaz ocurrencia de Zapatero que arruinó España.

Sin embargo, el PP está convencido de lo contrario; es tan importante esta institución que estamos dispuestos a colaborar, si la Generalitat no se ve capaz de asumir su responsabilidad, a que nos deleguen las competencias educativas y nos transfieran los recursos económicos que reciben del Estado para tal fin, gestionaremos de la mano de los ayuntamientos, para abordar las necesidades educativas en la provincia.

La Diputación está dispuesta a ser la administración cercana que aporta soluciones, pero desde la lealtad, el diálogo y el consenso, no bajo imposiciones y ninguneos, no a golpe de medidas estrella de casi imposible aplicación, sino desde la sensatez. Un ejemplo de esto son los 8 millones que invertimos cada año en Penyeta Roja para atender obligaciones educativas y sociales de la Generalitat, pesa a debernos 3 millones del 2014 y ya casi los 3 del 2015.

Lo único cierto es que mientras nosotros somos capaces de asumir responsabilidades, otros como el Sr. Puig se burlan de las familias, pretende mercadear a cambio de la libertad de los padres a elegir la educación de sus hijos y tapar con medidas pseudoestrella la ineptitud de un conseller, más preocupado en el proceso independentista catalán que en la educación de nuestros hijos. H

*Coordinadora Acción Política y comunicación PPCS