El otro día, una niña pequeña que aún no sabía leer, me preguntaba qué era la Constitución. Me di cuenta que era difícil explicárselo a alguien de esa edad, pero lo intenté. Le expliqué que, como en todos los juegos, desde un principio, hay que poner unas reglas para que todos los jugadores puedan participar en igualdad y a todos se les garanticen las mismas oportunidades y que, además, también había que poner límites, para que nadie hiciera nada indebido, ni trampas, ni perjudicando a los demás. Lo entendió perfectamente.

Evidentemente, no todo es tan sencillo, porque hay muchas otras cosas que debatir y sobre las que razonar, sobre la Constitución, pero la esencia de la sencillez de su vocación, no deberíamos perderla nunca de vista. Quien incumple las normas, rompe las reglas del juego. Sin grados. Todo el articulado de nuestra Carta Magna es igual de importante para que persista la paz y la convivencia; la igualdad de derechos y también de deberes.

Sin lugar a dudas, la vida progresa, la cultura cambia, las tecnologías evolucionan y las necesidades sociales también. Con lo cual, es igual de sensato pensar que también las reglas de este juego se pueden variar y deben adaptarse a las necesidades del momento. Pero hay premisas en los fundamentos de la Constitución que son inapelables. Para mí, el principio de igualdad de todos los españoles es uno de ellos. Creo que no se pueden generar agravios comparativos por motivo del lugar de nacimiento, ni por ascendencias históricas, porque realmente, sería minar la estabilidad de la democracia y la paz. En 1978, el contador se puso a cero. Afortunadamente. La paz y la democracia prevaleció sobre la amargura y las rencillas. Fue posible gracias a Dios y al esfuerzo de toda España que entendió perfectamente el beneficio de aceptar y cumplir esas reglas del juego democrático.

Porque, como le expliqué a esa niña, nadie puede hacer trampas, o romper las reglas y tratar de ganar pasando por encima de los demás. Para eso estaremos todos los que creemos en nuestra democracia defendiendo nuestro statu quo.

*Alcaldesa de Benicàssim