Querido lector:

En la provincia de Castellón hay mucho aficionado al Barça. Pero por los mensajes recibidos por Mediterráneo al mover redes sociales, página web y periódico con el Sí se puede en relación al partidazo que se juega esta noche en el Madrigal donde se dirimirá el finalista de Copa, la afición amarilla ha demostrado una capacidad de movilización extraordinaria. Señal de que los años de permanencia en Primera, las magníficas campañas en la máxima categoría del Villarreal durante los últimos 15 años, la promoción del deporte base provincial de la escuela grogueta o el poso que se ha creado con las políticas de extender la afición al club amarillo por la provincia están teniendo sus frutos.

El encuentro está cuesta arriba para el equipo vila-realense. Debe remontar el 3-1 del partido de ida. Y nada menos que contra el Barça de los Messi, Suárez o Neymar que presenta el mejor momento de forma y juego de toda la temporada después de equilibrar Luis Enrique sus a veces esperpénticos experimentos. Pero la ilusión nunca se pierde y menos con el equipo amarillo más unido que nunca por haber llegado tan lejos en la competición copera y tener al alcance de la mano la final. Una final, que si se pasa con éxito el trance de hoy, estará muy pero que muy al alcance de la mano. El ansiado título que anhela el Villarreal.

Los agoreros, y tienen razón, señalan que con un gol que meta el Barça la eliminatoria se habrá acabado. O casi. Y es muy posible, porque es un megaequipo y tiene una de las mejores delanteras del mundo. Pero yo me quedo con el optimismo de Marcelino, la regularidad demostrada a lo largo de la temporada por los amarillos, con partidos de excepción como el del pasado domingo en el Bernabéu con un Villarreal repleto de rotaciones y sobre todo con la capacidad de soñar. ¿Por qué no?

Si hay una ciencia incierta, esa es la futbolística. En 90 minutos pueden pasar muchas cosas. O que el Barça te meta cinco o que con lucha, balón, estrategia y disciplina obtengas un 2-0 y elimines a un equipo de 600 millones de presupuesto. Confío en Vietto y Cheryshev, en Musacchio y Asenjo, en Gio y en Trigueros... ¿Por qué no?