Estas Fiestas de la Magdalena y mientras desayunaba con mi amigo Nicolás en una cafetería de Castelló, justo al lado, en la misma barra, desayunaba también un conocido empresario y cabeza de una importante saga empresarial castellonense.

Después de saludar a Nicolás con cierta simpatía, me miró y me dijo: «¿Vd. es Zaragoza, el que escribe en el Mediterráneo? ¿Bastante rojo, no?». Comentario que me obligó a replicarle con lo mismo: «¿Vd. es fulano de tal? ¿De derechas? ¿Del PP?» Pregunta esta última que provocó que el empresario me respondiera: «De derechas si, del PP no». Es más, dijo algo así como: «Al menos de momento, creo que no votaremos al PP» (habló en plural porque, seguramente, tenía conciencia de que representaba a una estirpe de empresarios).

El asunto es que abrimos un racional y político diálogo desde el respeto mutuo. Tanto es así que le agradecí ante el testigo Nicolás que me ayudara a entender la futura realidad de la derecha. Así, y con intención de provocar, le comenté que me extrañaba que ahora no votara al PP cuando se repite, desde posiciones conservadoras, que la corrupción está amortizada y electoralmente no les hace daño. Comentario que rápidamente replicó para señalar que «es cierto lo que has dicho, pero eso no es ahora, era antes, cuando no existía otra cosa y, tapándote la nariz tenías que votar al PP. Ahora el asunto ha cambiado y, nosotros, seguramente, de momento no volveremos a votar al PP porque no se debe votar a un partido cuando existe otro que te rinde el mismo servicio y, al día siguiente, no tienes vergüenza de decir a quien has votado». La verdad es que nunca habló de Ciudadanos pero les aseguro que se refería a ellos.

Terminados los cafés y los comentarios nos despedimos con la voluntad de seguir cambiando opiniones. Aquella fue una mañana en la que un empresario de Castelló demostró ser sincero y racional.

*Analista político