Se rasgan las vestiduras los socialistas valencianos porque se ven incapaces de cómo reorientar las protestas callejeras hacia sus propios intereses electorales. Su drama ha sido pensar que todo el mundo debe ser progre cuando su presunta progresía nada tiene que ver con el desarrollo de una comunidad que reúne todas las condiciones para ser competitiva. Huelen a naftalina. Están aislados del mundo real.

Enfrente, puede aparentar que el PPCV muestre síntomas de debilidad pero por números y legitimidad tiene más de tres años por delante para gobernar con firmeza gracias a su mayoría absoluta y si, además aciertan, poder salir de la actual situación económica que requiere de ajustes severos. Rajoy mostró, en términos futbolísticos, buenas maneras ante Fabra pero sobre los deberes recordados por este periódico (AVE, corredor, etc) nada de nada, salvo una reunión de amigos para ganar tiempo. Y me temo que así va a ser. Rajoy tiene en su cabeza España, sus problemas, y las peticiones de cada una de las comunidades, salvo Cataluña, las atiende con amabilidad pero sin concretar compromisos. Más o menos dice “hay que aguantar un par de años y luego ya veremos”.

El problema de la Comunitat nos lo tendremos que arreglar solitos. Apostemos por las cosas que funcionan, nuestras fortalezas, porque un Plan Marshall auspiciado por Rajoy no vamos a tener. Hay empresas que dominan mercados exteriores, que tienen beneficios, crean empleo, empresarios innovadores convencidos de que el futuro será mejor por encima de manifestaciones que legítimas de poco sirven para generar riqueza y empleo que es lo que necesitamos. Es el momento de Alberto. H