Manuel (nombre ficticio) se retuerce en la silla mientras habla. Se frota las manos, mueve la pierna. A sus 51 años, a este albañil con 35 años de experiencia en el sector de la construcción, no le hace ninguna gracia que se cuenten sus penas. Hace tres años se quedó en el paro. Los seis últimos meses trabajó sin cobrar y con el dinero del paro y los pocos ahorros que tenía consiguió que no embargaran su piso, que por suerte y tras 20 años de hipoteca, está pagado. Hoy este vecino del Grao de Castellón subsiste gracias a los vales de entre 150 y 300 euros que periódicamente le entrega el Ayuntamiento de Castellón para poder comprar los productos de primerísima necesidad y mantener a su mujer, también en el paro, y a sus cuatro hijos. La pequeña tiene dos años. El mayor, 16.

El caso de Manuel es solo un mero ejemplo. En la provincia de Castellón se estima que hay más de 12.000 familias que subsisten gracias a la ayuda municipal. Otras tantas (muchas) lo hacen de la mano de organizaciones e instituciones como Cáritas, Cruz Roja, Colombia nos Une o Juventudes Antonianas. “Los dramas de los que somos testigos a diario son impresionantes. Aquí acude gente que hace unos años tenía trabajo, casa propia. Ahora no tienen nada. Han agotado el paro y no encuentran trabajo. Muchos tienen hijos muy pequeños”, describen en el departamento de Servicios Sociales de Vila-real.

Los profesionales que trabajan al frente de los servicios sociales aseguran que el perfil de las familias que acude hasta ellos ha cambiado mucho. “En los primeros años de la crisis eran, fundamentalmente, personas inmigrantes. Ahora el porcentaje está al 50%. Muchas son familias normales, antes de clase media y ahora les resulta imposible tirar hacia adelante. Muchos lo hacen gracias a lo que les damos aquí, pero también a la pensión de los padres”, reconoce una graduada social.

LABOR DE LAS OeNeGés // Casi todos los ayuntamientos están en permanente contacto con organizaciones como Cáritas Segorbe-Castellón o Cruz Roja, cuya labor es indiscutible. Cáritas celebra casi todos los meses lo que esta institución denomina una comisión de crisis. La última, se celebró esta misma semana. “En esa última sesión los casos presentados fueron 63, un número muy elevado. Procedían de parroquias de Benicàssim, Onda, Burriana, Castellón y la Vall d’Uixó”, argumentan.

La mayoría de las solicitudes presentadas en este último mes corresponde a “personas jóvenes con situaciones muy deterioradas y que tienen muy difícil solución. El grueso de ellos son españoles”, dicen.

Gracias a las ayudas de ayuntamientos y oenegés muchas familias pueden superar el bache. “Hace unos meses vino una mujer para decirnos que su marido había encontrado trabajo y que ya no necesitaba más de nuestra ayuda. No era gran cosa, pero al menos les daría para dar de comer a sus hijos. Se le caían las lágrimas”, narra la graduada social. H