El presidente del PPCV, Alberto Fabra, se ha enfrentado a la legislatura más difícil de la democracia desde que hay gobierno autonómico, un periodo en el que se ha volcado en limpiar su partido de la corrupción, y de cuyos frutos no podrá disfrutar, después de anunciar su renuncia a volver a presidir el partido, cara el congreso regional que se celebrará en enero del 2016. De nada le ha servido que la legislatura haya terminado sin imputados en sus listas, tras no reeditar su victoria electoral.

El propio desembarco de Alberto Fabra al frente del Consell ya fue un sobresalto, después de que, tras las elecciones autonómicas del 2011, Génova activara en julio la estrategia que venía diseñando desde hacía meses y que pasaba por la renuncia de Francisco Camps, ante el juicio por los trajes de la Gürtel. A partir de ahí, comenzó una carrera enfervorecida contra los imputados en sus filas, que iban desde diputados autonómicos hasta altos cargos de la Generalitat. Rafael Blasco, Milagrosa Martínez, Angélica Such, Alicia de Miguel, Ricardo Costa, los alcaldes de Alicante José Luis Díaz Alperi, Sonia Castedo, Lola Johnson, Carlos Fabra, el expresidente de Les Corts Juan Cotino... fueron un rosario constante de imputaciones y condenas durante 4 años que en más de una ocasión desbordaron el ritmo de aplicación de su inflexible línea roja.

El president también tuvo que hacer frente a una fuerte crítica interna en las propias filas de su partido, lideradas por la entente Alfonso Rus y Rita Barberá. En la paz con la segunda medió la propia Génova, pacificándose las relaciones una vez fue ratificada como aspirante a la alcaldía. Para desprenderse de Rus contó con el fuego amigo de la oposición, y unas cintas grabadas contando presuntamente dinero de comisiones que salieron a la luz oportunamente antes de elecciones, apeándolo de la batalla política. Todo estaba listo para 4 años de tranquilidad... pero no contaba con la debacle de las urnas y, por tanto, no podrá disfrutar de cuatro años de estabilidad, sin escándalos y sin críticos.

Ahora, tiene 8 meses para “resetear” el partido y rearmarlo con referentes, hoy casi inexistentes, más allá de la propia coordinadora, Isabel Bonig; la exportavoz del Consell, María José Catalá, el presidente del PP de Valencia, Vicente Betoret, o el único barón provincial que aún conserva el poder, el castellonense Javier Moliner. Fabra solo ha aclarado que él tomará la palabra en el debate de investidura del nuevo presidente de Generalitat, pero no si será el portavoz del PP en Les Corts. A día de hoy, solo él lo sabe. H