Estuvo chateando con un chico al que conoció por internet y que era amigo de una amiga. Le pidió que le enviara fotos suyas en las que se le viera una parte del cuerpo. Y ella lo hizo. Podría ser un caso real de grooming. Un término del que conviene que los padres vayan tomando conciencia. Y es que parte de los adolescentes de Castellón no son conscientes de los peligros que suponen las redes sociales. Y lo peor es que sus padres tampoco.

No en vano, un 43% del alumnado de Secundaria haría pública una foto suya que su familia no autorizaría y un 29% quedaría con una persona a la que ha conocido a través de internet, según una encuesta del Ayuntamiento de Castellón.

“Los padres, a día de hoy, somos conscientes de los peligros existentes en el mundo físico pero aún no lo somos respecto al mundo virtual”, explica Macarena González, formadora de Escuelas de Padres y bloguera especializada. “Casi cualquier delito que recoja el Código Penal se puede perpetrar en las redes”, señala Pere Cervantes, jefe de grupo de investigación tecnológica de la Policía Nacional y coautor del libro Tranki Pap@s, en el que se alerta de los peligros para estos “huérfanos digitales”.

Cervantes recomendaría a los padres “tomar conciencia de los peligros que hay en la red, informarse y estar al día, pues, de lo contrario, no podrán prevenir de ellos a sus hijos”.

También conviene conocer el funcionamiento de las redes sociales, especialmente en las configuraciones de la privacidad, y tener interés por lo que hacen o dejan de hacer sus hijos.

“Los niños no deben crecer apartados de la tecnología, pero ponemos en sus manos dispositivos con los que acceden indiscriminadamente a contenidos inapropiados o permitimos que participen en redes sociales aunque no tengan edad permitida. Así no se toman decisiones conscientes y no se anticipan las consecuencias que estas tienen”, resume González.

Por ello, esta experta aconseja “tener sentido común, y movernos por

internet como lo hacemos en la vida real: con respeto por los demás, pensando antes de actuar, cuidando la privacidad y respetando a los demás”. Y una máxima a tener en cuenta, “en internet no todo el mundo es quien dice ser”.

“Hoy en día no nos conectamos solo desde el portátil de casa. Smart tv, consola, tablet.. Todos estos dispositivos nos permiten interactuar con otras personas, además de divertirnos o formarnos. No se puede decir que sean una fuente de peligro constante, simplemente que no tiene sentido configurar un control parental en el ordenador y después dejar que el niño de siete años se vaya con la tablet a la habituación a visualizar vídeos”, manifiesta esta especialista.

Otro consejo es saber cómo supervisar la actividad del menor de 14 años en las redes sociales, en caso de que se le haya permitido tener un perfil; conversar a menudo con él y mantener una actitud coherente”. No se puede pedir a un hijo de 15 años que desconecte el móvil antes de dormir, mientras miramos la pantalla de nuestro smartphone.

WHATSAPP // Respecto al Whatsapp, las recomendaciones sitúan en 14 la edad mínima para que un menor tenga smartphone. Si lo tienen antes, quizás debamos estar muy (pero que muy) pendientes de su actividad en la mensajería instantánea. “Nos hemos dejado llevar por la presión social, o lo que creemos una presión, y tenemos en la actualidad clases de 5º y 6º en las que el 90% de los alumnos tiene smartphone. Pero, ¿es necesario a esas edades?”, reflexiona González.

“Lo ideal sería pensar, antes de publicar, e imaginar que el mensaje, imagen u otro contenido, lo pueden llegar a ver muchas personas (aunque se esté compartiendo con una sola). Ello ayudaría a los niños a hacer abstracciones y tomar mejores decisiones”, concluye. H