Es uno de los muchos vila-realenses que se han interesado por este proyecto, en su caso, por necesidad. Tras quedarse desempleado en uno de los ERE de una empresa de azulejos, Pasqual Adsuara decidió, hace ahora un año, no quedarse de brazos cruzados y acudió al Sindicat de Regs a informarse sobre el Banc de Terres. “Entregué cientos de currículos en fábricas y me harté de oír que era demasiado mayor”, explica. A sus 53 años, ya contaba con cierta experiencia en el mundo agrícola. “Mi mujer y yo tenemos un maset y cultivábamos para casa, pero decidí alquilar terrenos para probar y, a día de hoy, me planteo ampliar la producción”, afirma.

Así, cuando comenzó, en febrero del 2014, lo hizo con 10 hanegadas y, más tarde, alquiló tres más y dos recientemente. Entre su producción destacan las judías, habas, alcachofas y muchas otras hortalizas.

“En mi caso, tengo un contrato de cinco años y ahora busco dos hanegadas más para poner un invernadero. Además, estoy trabajando para recuperar dos variedades autóctonas de naranja, como son la sanguina y el mandarín común”, asegura.

“Es el momento de volver a nuestras raíces. A mi mujer y a mí esto nos ha servido para sentirnos útiles, para entretenernos y, cómo no, para subsistir”, indica, ya que monta parada en el Mercat de Productors del viernes y también en Almassora. “El Banc de Terres funciona; ha sido una gran ayuda”, concluye. H