Que esta es una tradición que va más allá de las fiestas patronales de Vila-real --la ciudad finalizó hace ocho días la edición dedicada a la Mare de Déu de Gràcia-- es algo que todo el mundo conoce en la localidad. Y es que la Xulla, una vez concluidas las celebraciones locales de septiembre, regresa al lugar del que surgió, sin que se haya podido precisar con exactitud desde cuándo: las fiestas de barrios y calles.

Y a estas conmemoraciones festivas de las distintas zonas del casco urbano de Vila-real, que continuarán hasta mediados del mes de octubre, se suma también la que viene desarrollando en los últimos días la Congregació de Lluïsos. Una entidad que anoche volvió a llenar la plaza de Mossén Ballester para disfrutar de la popular torrà de todo tipo de carne, aunque fundamentalmente de cordero y, más concretamente, de chuletas --de ahí la denominación del evento--, pero tampoco faltan longanizas, morcillas, chorizos, tàrbenes o blanquets.

CITA // Nuevamente, la cita reunió a cientos de personas en las calles de los barrios del Hospital, la Soledat y el Roser, inmersos todos ellos en el desarrollo de sus respectivos programas, cargados de actos para todos los vecinos.

En muchos casos, la música de grupos, charangas y batucadas amenizó la velada en estos espacios urbanos, aunque las familias con niños alargaron la fiesta menos de lo que lo hicieron durante los festejos de la Mare de Déu de Gràcia, teniendo en cuenta que los pequeños debían acudir al colegio a la mañana siguiente.

Con todo, los eventos lúdicos programados por cada uno de los barrios para sus residentes no se limitaron solo a la tradicional Xulla, de tal modo que tampoco faltaron una espectacular hoguera y bou embolat de carretones en el Roser; almuerzo de pa i porta y un parque acuático en las celebraciones del Crist de l’Hospital; o un correbou infantil en las de la Mare de Déu de la Soledat.

En cualquier caso, en todas estas barriadas todavía resta una semana completa de actividades, en las que las cita gastronómicas son un clásico. Chocolatadas, paellas, tombet de bou, olla de la Plana, bocadillo gigante de jamón o empedraos sacian en este tipo de conmemoraciones a los estómagos más exigentes.