A lo largo del día de hoy se espera conocer el resultado del segundo análisis que deberá confirmar que la auxiliar de enfermería Teresa Romero, de 44 años, ha vencido al ébola. En una prueba realizada el sábado y cuyos resultados se conocieron ayer su carga viral era cero, según informó el comité para la gestión de la enfermedad. Fuentes hospitalarias señalaron que el proceso de curación es irreversible porque el sistema inmunitario de la paciente funciona a pleno rendimiento y está fabricando anticuerpos.

Eso es lo que dicen las análiticas. Mientras, Romero pide casi a gritos abandonar el Hospital Carlos III, donde ingresó el 6 de octubre. “Quiero irme a mi casa ya”, les dice a los sanitarios. Su aspecto ha mejorado. Desde el sábado pasa más tiempo sentada en el sofá que en la cama. Camina para mover las piernas y reclama compañía, mimos y conversación. “Pide saber qué es lo que ocurre allí fuera. Está muy charlatana, parece que haya comido lengua”, detallan fuentes sanitarias.

Ese buen ánimo provocó que el sábado una enfermera sufriera un desvanecimiento al sobrepasar el tiempo aconsejado, de 55 minutos, dentro de la habitación de Romero. Como la paciente quiere charla, la sanitaria alargó su estancia y con las altas temperaturas dentro del traje protector, se desmayó. Un incidente sin mayor trascendencia. La paciente está atendida las 24 horas, pero se intenta entrar a atenderla solo cuando es estrictamente necesario para reducir los riesgos.

Por esa misma razón Romero sigue sondada, para que solo sea necesario asearla una vez al día, aunque en la jornada de hoy también se le podría retirar la sonda. Lo que sí le han retirado ya es la mascarilla de oxígeno.

Hace una semana Romero sufrió una crisis respiratoria, la segunda en dos noches, que puso en alerta al equipo médico.

Fumadora de hasta tres paquetes de rubio al día, durante estos 14 días ingresada la paciente ni ha mencionado la palabra fumar.Lo que sí tiene es hambre. En los últimos dos días no se ha saltado ni una comida. Y está hambrienta de saber lo que está pasando fuera de esa habitación.

El ébola no deja secuelas, pero el virus sí ataca a órganos como los riñones, el hígado y, en el caso de Romero, los pulmones, su punto débil, por eso deberá permanecer hospitalizada.

Desde hace tres días, Romero habla a diario con su marido a través de los teléfonos de la habitación. En las conversaciones se dedican mimos y Javier Limón, el esposo, trata de evitar cualquier tema que pueda afectar al ánimo de su mujer, como la muerte de Excálibur. Un grupo de piscólogos trabajan con los pacientes del Carlos III y con el personal sanitario. A Limón le ayudan a afrontar el reencuentro con Romero.

Las segundas pruebas a las cuatro personas que el jueves fueron consideradas sospechosas también dieron negativo. H