La garganta se cierra, el paladar pica, los ojos lloran y se suceden los estornudos. No, no son síntomas de covid-19. Es alergia al polen, una enfermedad que en Castellón afecta a unas 75.000 personas y cuya temporada álgida coincide con la primavera. Pero este año hay una buena noticia. La baja contaminación y, sobre todo, el uso generalizado de las mascarillas pronostican una de las campañas más moderadas en muchos años. 

Los datos que maneja la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) estiman que este año los alérgicos a pólenes de gramíneas se enfrentan a una primavera leve y en ciudades como Castelló se esperan valores de entre 1.000 y 1.500 granos/m3. Y parte de la explicación radica en una menor contaminación atmosférica. «La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles», explica el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Seaic. Lo positivo es que con las medidas de restricción de movilidad de vehículos y la disminución de la actividad, los expertos están observando una mejora de la calidad del aire y, en consecuencia, una reducción de las enfermedades respiratorias. 

La menor contaminación influye como también lo hace el uso de las mascarillas. «Esta suele ser una época difícil para los pacientes alérgicos a pólenes y muchos van a experimentar síntomas que en algunos casos pueden llegar a ser limitantes, no obstante, desde que las mascarillas se han introducido en nuestra vida diaria, algunos de estos pacientes han encontrado alivio de sus síntomas, ya que estas les protegen de la inhalación de los granos de polen», apunta la doctora Roxana Farzanegan, médico especialista en Alergología de los hospitales General y Provincial de Castelló.

Aunque la alergia y el covid son enfermedades muy distintas, al primer estornudo surge la duda, ya que a menudo los síntomas se solapan. ¿Cómo distinguirlos? Los especialistas cuentan que, en el caso de una alergia al polen, los síntomas se recrudecen cuando el paciente está al aire libre y remiten con un antihistamínico. «Es cierto que al inicio de los síntomas estos se podrían confundir con un catarro común o incluso con el coronavirus, dado que la mayoría de veces los pacientes experimentan mucosidad y bloqueo nasal, pérdida de olfato en alguna ocasión, molestias faríngeas, dolor de cabeza, tos o dificultad para respirar, pero en el caso de la alergia, estos síntomas se asocian a picor, y no dolor, y nunca van a ir asociados a fiebre», insiste la doctora Farzanegan.

A una parte importante de los alérgicos de Castellón les va a tocar vacunarse en las próximas semanas (si no lo han hecho ya) y a muchos les asaltan las dudas. «Los pacientes que sufren de rinitis o asma y sean alérgicos a pólenes, ácaros, hongos de la humedad o epitelio de animales no tienen mayor riesgo que la población general a poder tener una reacción alérgica a la vacuna del covid, siempre que estén bien controlados. Si no lo estuviesen, se recomienda posponer la vacunación hasta que estén estables», dice la especialista de los hospitales General y Provincial.

La hipersensibilidad al polen es la mayoritaria, pero cada vez hay más personas que sufren alergias cutáneas, alimentarias, a fármacos... y el problema en la provincia es que el número de especialistas en la sanidad pública es muy bajo. «La Comunitat y Castellón tiene uno de los índices de alergólogos más bajos del país y, por ejemplo, en Vinaròs, solo existe un especialista», denuncia Juan José Liñana, médico especialista en Alergología y presidente de la Asociación Valenciana de Alergología. Esta asociación pide un aumento de plazas, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio.