Seis experiencias vitales. Seis testimonios sobre «la gran oportunidad de vivir dignamente y con calidad de vida» que supone el habitar en un pueblo pequeño del interior de Castellón. Así lo traslada la Agenda Valenciana de Despoblament en un vídeo viral. 

Angel y Mayte, quesería Los Corrales

Ángel Valeriano fundó la quesería artesanal Los Corrales, junto a Mayte Regidor, que se implicó en la asociación Almedíjar Vive: «Yo tenía una cierta formación en hacer queso. Me pareció un trabajo interesante, una forma de ganarnos la vida en Almedíjar. Una vez que ya vivíamos en el Mas de Noguera, empecé a hacer queso con una mujer de Altura. A partir de ahí, cuando empecé a ver que era una posibilidad de ganarnos la vida, ya empecé a buscar más formación e intentar aprender más... Aunque fue bastante más costoso de lo que habíamos imaginado es un oficio muy satisfactorio, porque estás haciendo alimentos para la gente y es un producto tradicional, es gastronomía, cultura...», expresa Valeriano. «La gente nos ha tratado genial, nos ha apoyado mucho. Almedíjar es un sitio buenísimo para vivir. Tiene un clima magnífico, en la Serra d’Espadà. Estamos bastante bien comunicados. Siempre ha habido una vida cultural importante...», expone este emprendedor.  

Grégory, Diego, Raquel y Agus, los impulsores de Canopia, en el corazón de la Serrà d’Espadá

Raquel y Grégory

Historias que hablan de proyectos de vida, de transformar, desde abajo, el mundo que les rodea. Es el caso de Raquel Guaita y Grégory Damman. Tras pasar nueve años en Perú trabajando en proyectos de cooperación internacional y medio ambiente dieron un giro a su vida y lo hicieron en el Alto Palancia. «Cuando mi pareja y yo llegamos con nuestra hija a Almedíjar no había colegio, era muy complicado», explica. En el 2016 fundaron la cooperativa Canopia. «Queríamos salir de nuestra zona de confort y apostamos por retomar un albergue rural, La Surera en Almedíjar, en el corazón de la Serra d’Espadà», señala Grégory. «El proyecto, inicialmente, se plantea para generar ingresos y medios de vida. Con el tiempo, lo queríamos diversificar dentro de la lógica del cooperativismo, como una herramienta para impulsar el desarrollo y la dinamización rural, difundir el patrimonio cultural y natural...», señala Damman. Y en ello están. Canopia la constituyen ahora Raquel y Grégory y dos socios más. Ahora están en plena fase de transición hacia un proyecto de la Surera como espacio de encuentros rurales. «Queremos transformar la primera planta del albergue en un espacio de residencias (artesanía, arte, incubación de proyectos de coworking), impulsar la agricultura y adecuar la cocina como obrador para elaborar productos vegetales, así como desarrollar un programa de actividades de inmersión rural...», refleja Grégory. Nada los vinculaba a Almedíjar, pero allí han echado raíces y se han implicado en el proyecto Almedíjar Vive.  

Almedíjar Vive, un proyecto colectivo

«Estábamos oyendo que los pueblos se iban quedando vacíos, que las tiendas se cerraban. Un día yo realmente sentí que eso estaba realmente pasando aquí también. Primero se me ocurrió hacer un grupo con las personas que teníamos empresas. Conté las que había, que nunca lo habíamos hecho, ni el Ayuntamiento. Éramos 17 actividades económicas y en ese momento éramos 120 habitantes. Reuní ese grupo y estuvimos un año trabajando», manifiesta Mayte Regidor. «Eso fue a mediados del 2019. Nos dimos cuenta que necesitábamos ayuda externa. Recurrimos a la UJI, que nos concedió un servicio de acompañamiento, con Heterotopía y ha dado mucho resultado. Hicimos un llamamiento general y mucha gente respondió sobre todo mucha gente joven», señala Regidor.  

"Estábamos oyendo que los pueblos se iban quedando vacíos. Un día yo realmente sentí que eso estaba realmente pasando aquí también"

Fruto de esa organización vecinal se logró uno de los objetivos principales de Almedíjar Vive: conseguir que se abriera el colegio, en otoño del año pasado. Además, tras años de bajada de padrón, la población ha subido en 32 vecinos más. «Hay nuevos habitantes con un perfil joven, es como un laboratorio, en el que gente con expectativas de vida, ganas de innovar...», expone Damman.  

Almedíjar Vive trabaja ahora en sensibilizar a la población para solventar el problema de la falta de vivienda en régimen de compra, pero sobre todo de alquiler. 

Montxo Monfort, alpargatería en els Ports

Montxo Monfort, Iata Espardenyes ORTÍ

Inma Mestre y Montxo Monfort son dueños de una empresa familiar de alpargatas Iata Espardenyes desde 1961 y venden su calzado a todo el mundo. Oriundo del Portell, tras criarse en Castelló, Montxo Monfort conoció a una chica de la Mata y, pasado el tiempo, decidieron quedarse a vivir en el pueblo. Un calzado hecho a mano con trabajadores de la comarca que se comercializa on line, pero la mayoría son de venta directa.  «Cuando vinimos aquí a la Mata en los pueblos del entorno aún había espardenyers y poco a poco han ido desapareciendo todos y en la actualidad solo quedamos nosotros», señala Monfort, quien señala otros inconvenientes de habitar en un pueblo pequeño. «Sí que hay muchas cosas que habría que mejorar, la sanidad, por ejemplo, el hospital más próximo es el que está en Vinaròs, a 90 kilómetros».  

"Cuando vinimos a la Mata en los pueblos del entorno aún había espardenyers y poco a poco han ido desapareciendo todos y solo quedamos nosotros"

  

La falta de colegios, la dificultad de acceso a la vivienda se contraponen a la calidad de vida: «Hay mucha gente joven que empieza a pensar de forma diferente y a tener proyectos de vida en el mundo rural», destaca Jeanette Segarra, directora de la Agenda Valenciana Antidespoblament.

Guillem Reig, diseñador de videojuegos

 Un ejemplo es Guillem Reig, diseñador de Videojuegos. «Estuve trabajando 13 años para Gameloft en Barcelona. Ahora estoy de nuevo en el pueblo con mi familia (Cinctorres) estoy trabajando para una empresa polaca con una sucursal en Barcelona. El 100% de la faena la hacemos de manera remota. La tranquilidad, el tiempo que puedes aprovechar en comparación a cuando vives en una capital es inmensa. En Barcelona, por ejemplo, la mitad del tiempo la pasábamos yendo de un sitio a otro. Siempre llegabas tarde a todas partes y, al final, invertías muy poco tiempo en estar donde y con quien querías estar. En cambio aquí en el pueblo es al revés. Se ha de comenzar a considerar la parte más des poblada del territorio no como un problema sino como una oportunidad», señala. «Me gusta mucho la vida de pueblo, está claro que no podemos tener todo el abanico de posibilidades que tiene en la ciudad, pero es una vida mucho más tranquila y cómoda, no hay embotellamientos, no hay contaminación, los niños pueden jugar en cualquier calle o plaza, es mucho más agradable criar a tus hijos», cuenta Miriam Tena, que, junto a su marido, regenta una explotación ganadera en els Ports.

«Hay que ver la parte despoblada del territorio como una oportunidad»

Guillem Reig, diseñador de videojuegos ORTÍ

Miriam Tena, ganadera de els Ports

Miriam Tena, ganadera de els Ports ORTÍ

«Soy hija de ganaderos, nieta de ganaderos, y mi marido es hijo de ganaderos y nieto de ganaderos», señala Miriam Tena, vecina de els Ports. «La verdad es que me gusta mucho la vida de pueblo. No podemos tener todo el abanico de posibilidades que tienen en la ciudad, pero es una vida mucho más tranquila y cómoda», señala Tena, quien tiene unas mil cabezas de ovejas, 20 vacas y diez o doce caballos de carne. Entre las facilidades de la vida en el campo, señala que no hay embotellamientos ni contaminación y para criar a los niños, es mucho más agradable, pues pueden salir a jugar fuera.

"No podemos tener todo el abanico de posibilidades que tienen en la ciudad, pero es una vida mucho más tranquila y cómoda»,

Ellos son los protagonistas de un vídeo viral de la Agenda Valenciana Antidespoblament.