En pleno 2021, cuando Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook cuentan con un valor conjunto que superaría al PIB de cualquier país del mundo excepto Estados Unidos y China, podría parecer una temeridad montar un bar en un pueblo de un centenar de habitantes. Sin embargo, sin necesidad de la ayuda de las citadas empresas tecnológicas, Casa Julián va como un tiro en La Barona, una pedanía de Vall d’Alba de 120 habitantes conocida fuera de sus fronteras por este templo del ‘esmorzaret’ en Castellón. “Vienen clientes de toda España. Nuestro secreto está en el boca a boca”, afirma orgulloso Julián, gerente del establecimiento, que ha heredado las buenas artes en la cocina de sus padres Josefa Barreda y José Julián, y que comparte fogones junto a su hermana Cristina.

Partamos de la base de que si vas a almorzar a Casa Julián no tienes que dejar preparada la comida ni la cena. “Muchos vienen sobre las 11.00 porque ya saben que hasta el día siguiente lo tienen todo hecho en lo que a comer se refiere. Se van un par de horas más tarde después de una buena bandeja de carne a la brasa, doble carajillo y a veces hasta gin-tonic”, bromea Julián, que tiene claro cuál es la principal misión de su negocio: “Aquí la gente viene a comer. Ni a ver el mobiliario, ni a disfrutar de las vistas”. Y a fe que cumple con su propósito…

Del Mas de Julián al Bar Romero

Antes de entrar en materia gastronómica conozcamos un poco la historia de este emblemático punto de los almuerzos de Castellón. Los inicios de Casa Julián, antes llamado Bar Romero, tendríamos que situarlos en el Mas de Julián de Vall d’Alba, donde la abuela del actual gerente del negocio enseñaba a cocinar a su madre, Josefa, la auténtica ‘alma máter’ del establecimiento. “Sabe hacer de todo, y todo lo hace bien. Además alucino porque puede estar haciendo una paella y otras cinco cosas a la vez”, destaca Julián, que dirige el restaurante desde el 2003. 

“No ponemos canela al carajillo porque le quita sabor. Es como los gin-tonics que llevan pepinos y otras historias”

La familia se mudó a La Barona en 1987 y en un primer momento era mucho más que un bar: “Al principio funcionaba como carnicería, tienda, loterías, bar… Era una locura, así que sobre 1997 tuvimos que dejarlo solo como restaurante porque hasta matábamos nosotros los corderos y los cerdos para hacer el embutido, que después hacíamos a la brasa”. 

En la actualidad, en Casa Julián trabajan diez personas y sirven una media de 300 almuerzos. Teniendo en cuenta la escasa demografía de La Barona, situada a tres kilómetros de Vall d’Alba, queda claro que el negocio funciona gracias a los clientes llegados de otros puntos de la geografía provincial y nacional: “Vienen muchos ciclistas y moteros. Tenemos clientes de todo Castellón, Valencia, Barcelona e incluso Alicante. En verano también vienen bastantes madrileños, que se asustan cuando salen los almuerzos. Están acostumbrados a las tostaditas y cuando ven salir las bandejas no se lo creen”.

La leña, la principal materia prima con la que se cuenta en este popular restaurante.

La carne a la brasa, imprescindible

Entrando ya en materia, si se le pregunta a Julián qué pedir en su negocio admite que “lo más típico es la carne a la brasa, una parrillada y algo para picar que acompañamos con un poco de tomate, cebolla, olivas y las típicas hogazas con tomate y alioli”. Asume Julián que “el 90 % de los platos se hacen a la brasa”, y ahí se incluyen embutidos como panceta, longaniza, morcilla o chorizo, chuletas de cordero, secreto, entrecot o solomillo. También pescados como lubina y bacalao al horno de leña, siendo también muy demandado el tombet de cordero: “Se hace en cazuela y la vas girando hasta que esté al punto, cuando sale a mesa casi se deshace de lo tierna que está”.

El artista Ripollés y el presentador Manel Fuentes, entre las caras conocidas que se han acercado por este templo del buen almuerzo en La Barona. MEDITERRÁNEO

En cuanto a las tapas, las más demandadas según Julián son las manitas de cerdo, el pulpo, chipirones, callos o albóndigas. Destaca que es todo casero y para rematar la faena de un buen ‘esmorzaret’ recomienda, cómo no, “un cremaet de coñac o de ron, aunque el que más se pide es el de ron”. Así desvela Julián la preparación del carajillo: “Lo quemamos siempre al momento. A veces hay hasta 50 en marcha. Ponemos azúcar, granos de café y cáscara de limón”. Cuestionado por la presencia de la canela, responde tajante: “No ponemos porque le quita sabor. Es como los gin-tonics que llevan pepinos y otras historias”. Lo que está claro es que su voz es cuanto menos autorizada en este aspecto pues sirve del orden de unos 600 ‘cremaets’ cada fin de semana. 

Así preparan un 'cremaet' en Casa Julián de La Barona.

Así preparan un 'cremaet' en Casa Julián de La Barona. MEDITERRÁNEO

Hablemos de precios

¿Cuánto cuesta un almuerzo en Casa Julián? Teniendo en cuenta que te ahorras la comida y la cena salvo que tengas un apetito insaciable, poco. “La media está entre los 7 y los 10 euros. Incluimos la bandeja de carne, las hogazas de pan, ensalada, bebida y carajillo”. En cuanto a las comidas, el menú entre semana sube hasta los 13 euros, mientras los fines de semana ronda los 20.

Pasando ya del ‘esmorzaret’ al ‘dinarot’, en la comida la carta sube la apuesta a todo tipo de paellas a leña, así como fideuá, también a leña, entrecots, paletilla al horno, conejo con alioli, cordero lechal y, lo más demandado, el solomillo con foie a la reducción de Pedro Ximénez. Todo, cómo no, preparado a la brasa. “Ni sé cuánta leña pedimos. Sé que es mucha y que ha subido el precio, como todo”, bromea Julián.

Aunque la carne a la brasa es un clásico, no eluden otros platos como el pescado con unos típicos entrantes.

Y si queda hueco para el postre, en el edificio más popular y visitado de La Barona podemos encontrar tarta de flan de almendra, tarta de queso, tarta de moka y galletas, tarta de calabaza, tarta tres chocolates, tiramisú o natillas. “Todos los postres son caseros y los hace mi hermana, que los aprendió de mi abuela”. Su hermana Cristina, hay que matizar, pues su segunda hermana, Berta, ayudó en el negocio hasta que decidió tomar nuevos caminos profesionales.

"Los madrileños que vienen se asustan cuando salen los almuerzos. Están acostumbrados a las tostaditas y cuando ven salir las bandejas no se lo creen"

Si estás interesado en acudir a Casa Julián tienes que recordar por último que “para comer en fin de semana hay que reservar con una semana o dos de antelación; si no es muy difícil”, mientras que para almorzar no hay reserva que valga: “Si no tendríamos completo para el próximo mes. Hacemos tres turnos y solo hay que saber que a las 12.00 paramos los almuerzos para preparar comidas”. ¡Bon profit!