Inicio de verano de lo más trágico en las playas de la provincia y es que, recién estrenada la temporada, Castellón ya registra seis fallecimientos. Los finados han perdido la vida en Peñíscola (2), Orpesa (2), Benicàssim y Moncofa --cuatro de ellos presumiblemente por ahogamiento y otros dos por fallo cardíaco--. Esta cifra es superior a la contabilizada en 2021 durante toda la etapa estival (con cuatro víctimas), hecho que preocupa a los equipos de Salvamento y Emergencias, que destacan una mayor afluencia en la costa castellonense en el primer verano poscovid.

Pero no solo el fin de las restricciones, de los aforos y la reapertura al turismo eleva este verano el número de usuarios en las playas; también lo hace la crisis de los precios que vive actualmente España. Con las clases medias acorraladas por la inflación, muchas familias han decidido este verano no salir viaje y optar por planes de ocio más económicos. Y, tal y como indicó ayer el director de la Escuela de Salvamento de la Comunitat Valenciana, Salvador Perelló, «no hay nada más barato que ir a pasar el día a la playa en familia, que sale gratis». El responsable recordó que la valenciana es una de las autonomías que se sitúa siempre en el top 3 de muertes por ahogamiento e incide en que este año hay una sensación entre la población de «recuperar el tiempo perdido» tras la pandemia del coronovarios. Un hecho, insistió Perelló, que hace tomar menos precauciones a la ciudadanía.

Piden una norma clara

Desde la Federación de Salvamento y Socorrismo de la Comunitat reivindicaron políticas preventivas para aumentar la seguridad en las playas. Destacaron que, aunque en el 2020 se aprobó por parte de la Generalitat valenciana un decreto de regulación de la seguridad humana y la coordinación de las emergencias ordinarias y de protección civil en playas de la Comunitat Valenciana ( 67/2020), la norma no establece el número de socorristas que debe haber en una cierta distancia ni los horarios en que deben prestar servicio. «Solo se declara la peligrosidad de una playa, pero que en realidad es un decreto vacío porque sigue dejando todas las decisiones sobre dotación y medios en manos de los ayuntamientos, que son los que deciden lo que quieren invertir y cómo dimensionar el servicio de salvamento», reprobó Perelló. 

Más dotación municipal

El también vicepresidente de la federación se mostró crítico con la dotación presupuestaria que hacen algunos consistorios como, por ejemplo, el de Denia. «Solo hubo una empresa que se presentó al concurso para prestar los servicios de socorrismo porque la oferta era bajísima y no daba ni para pagar a los vigilantes», lamentó. En este sentido, reprobó que la ausencia de unos mínimos cree condiciones dispares entre municipios.

Escasa autoridad

Por lo que respecta a los problemas a los que se enfrentan a diario los socorristas a pie de playa, profesionales que ejercen su labor en Castelló y Benicàssim explicaron en conversaciones con Mediterráneo que se trata de una profesión tan «compleja» como «precarizada». «La mayoría de los ejercientes somos gente muy joven porque no es una profesión que dé estabilidad y solo ofrece contrato para unos meses», contó una vigilante, estudiante universitaria de 19 años. Otro compañero de sector, de 23 años, reivindicó «respeto» a los socorristas y criticó que los bañistas no se tomen en serio su figura. «Muchas veces tenemos la sensación de que no se nos tiene en cuenta y de que ser jóvenes juega en nuestra contra; pero cuando hay una emergencia nos jugamos la vida por sacar a cualquiera, haya cometido una imprudencia o no, y eso merece toda la consideración del mundo», exigió.

Por lo que respecta al tipo de imprudencias que se cometen, los vigilantes destacaron la «falta de concienciación sobre el estado del mar y las banderas roja y amarilla». Asimismo, señalaron al teléfono móvil como la principal distracción de los adultos que acompañan a menores a la playa.