Estábamos ya en 1978 y sólo había pasado un año de los trágicos acontecimientos que sacudieron a España en el mes de enero de 1977 con el asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha de Madrid y los secuestros del teniente general Villaescusa y del presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol. Y en un año habían pasado tantas cosas, que ya no era la misma España que sobrecogida asistió a aquellos trágicos acontecimientos. Ahora los españoles formaban parte del un país democrático que había celebrado, por primera vez tras 40 años de dictadura, elecciones libres en las que concurrieron todas las formaciones políticas desde la izquierda más radical hasta la derecha más recalcitrante.

Estábamos ya en el mes de enero de 1978, que se inició en Castellón con la tradicional fiesta de Sant Roc de Vora Sequia, la primera en el calendario festivo anual de la capital de La Plana. Los vecinos de la calle Gobernador y adyacentes, por cuyas entrañas discurre la acequia mayor, festejaron al santo más popular para los castellonenses con la misa en la iglesia del antiguo convento de San Agustín y la tradicional procesión que discurrió por las calles del barrio en aquella fría mañana de enero.

Este inicio de año tuvo también, en la provincia de Castellón y en el conjunto de lo que entonces se donominaba País Valenciano, un marcado carácter político. En primer lugar, por la visita que realizó la provincia de Castellón José Esperabé de Arteaga, vicepresidente del Congreso de los Diputados y uno de los dirigentes de la Unión de Centro Democrático. Esperabé pasaba unos días de descanso en el Centro Termalismo de Benic ssim, donde ofreció una interesante entrevista al periodista Paco Pascual, redactor de Mediterráneo. En esta entrevista, Esperabé señaló que la UCD apostaba por la reconciliación de los españoles desde la construcción de un estado democrático que debía dotarse de una Constitución. El político anunció las elecciones municipales, muy demandadas por la oposición de izquierdas, para el año 1979, una vez aprobada la Carta Magna.

Y todo ello ocurrió, mientras por la izquierda se daba un gran paso para unir a las dos formaciones socialistas que operaban en el País Valenciano. Se trataba del PSOE, que recientemente había conseguido integrar a los veteranos del PSOE sector histórico que se organizaron alrededor del antiguo secretario general Rodolfo Llopis. La otra formación socialista llamada a la unidad de la gran familia socialista era el PSPV que se articulaba alrededor de los líderes nacionalistas de izquierda que habían formulado su discurso a partir del pensamiento de Joan Fuster. El acuerdo se consiguió en una reunión que se celebró en el Hotel Astoria de Valencia, pese a que en el sector nacionalista esta convergencia generaba no pocos reparos. En esta cumbre socialista participaron Fernado Marco, Ernesto Fenollosa, y Joan Lerma, entre otros dirigentes del PSOE. Mientras que por el PSPV fueron llamados al cónclave los dirigentes Vicent Pitarch y Alfons Cucó, entre otros. El proceso ejecutivo concluyó con una absorción por parte del PSOE de esta formación socialista de carácter nacionalista y posteriormente del PSP, de Enrique Tierno Galván. Ambas formaciones nutrirían de cuadros dirigentes al PSOE de Felipe González.

En este encuentro, uno de los puntos programáticos que debatieron los socialistas fue la posibilidad de suprimir las diputaciones y las provincias en la futura España de las autonomías que entonces se estaba fraguando. Una propuesta que mereció el rechazo del partido gobernante, la UCD, que reunió de su comité ejecutivo provincial para rechazar de plano este proyecto. Y es que todo estaba entonces en juego.