Fue uno de los plenos más polémicos, y también más complicados, de cuantos tuvo que dirigir el alcalde de Castellón Antonio Tirado en el Ayuntamiento de la capital de La Plana. A sólo seis meses de su investidura, el alcalde, que ya entonces se autoproclamó socialdemócrata, alejándose de las tesis que mantenían la mayoría de sus compañeros en el PSPV-PSOE, tuvo el primer enfrentamiento serio con una destacada militante, en aquella etapa en la que el Partido Socialista estaba mucho más escorado hacia la izquierda ideológica que en la actualidad.

La secuencia de los hechos que acabaron con la dimisión de uno de los referentes del socialismo castellonense fue la siguiente. La concejala Carmen Olaria, que era además profesora titular de Arqueología en el Colegio Universitario y se encargaba de la gestión cultural en el equipo de gobierno municipal, presentó, sin autorización de su partido, una moción para pedir que se regulara el aborto en la legislación española al tiempo que exigía la inocencia de ocho mujeres que iban a ser juzgadas aquellos días por presuntas prácticas abortivas. El concejal de Esquerra Unida, Pep Mata, firmó también esta moción, que fue pronto desautorizada por el Partido Socialista y por su grupo municipal de concejales en el Ayuntamiento de Castellón.

El pleno municipal que debía debatir la moción se celebró acompañado por una gran polémica, con un salón de plenos abarrotado y con gritos e imprecaciones a los concejales que se sucedieron durante toda la sesión. Este altercado, paradójicamente, no se debió a la moción que iba a presentar Carmen Olaria, sino a la propuesta del equipo de gobierno socialista de aplicar contribuciones especiales a los sufridos vecinos de la calle Alcalde Tárrega que, ya casi en las puertas de los años 80, no tenían su calle pavimentada ni disfrutaban de los más mínimos servicios urbanos. Frente al gran tema a debatir que parecía el de la moción sobre el aborto, resultó que a los ciudadanos, lo que de verdad les interesó fue exigir buenos servicios y si era posible sin rascarse el bolsillo.

Asuntos como éste, que se debatía en otros foros como el Congreso de los Diputados donde estaban los grandes líderes nacionales de los partidos políticos, parecían lejanos a muchos ciudadanos, pero a otros, como a las mujeres integrantes de la Assemblea de Dones de Castelló, entonces muy activa, era, por el contrario, un tema de acuciante actualidad. Y es que la democracia permitía que todos pudieran expresar sus anhelos y sensibilidades.

Cuando llegó el punto del orden del día en el que se debía debatir la moción, la concejala Olaria, uno de los pesos pesados de aquella primera candidatura municipal socialista, sorprendió a todos y anunció su dimisión, provocando una grave crisis en el seno del grupo municipal socialista. Carmen Olaria junto a su marido Francesc Gussi, que había sido secretario general de la agrupación local del PSOE, se alejaba del partido en el que había militado desde los años de la clandestinidad.

Antonio Tirado no hizo nada por evitar la dimisión de la edil y se posicionó claramente en contra de que este tema se debatiese en el pleno municipal, foro que se consideró inapropiado para este tipo de debates, más centrados en la política nacional. Tirado, en definitiva, consideró que ya habían en Castellón muchos problemas como para meterse en otros mayores, a los que por cierto nadie le había invitado. Todos los concejales socialistas se posicionaron con el alcalde y le dieron la espalda a la concejala. Carmen Olaria, consecuente con sus ideas y haciendo gala de una gran honradez, prefirió dimitir de su concejalía, abandonó su partido, el PSOE, y la política activa para dedicarse a aquello que más le apasiona, que es la arqueología y el estudio de la historia y del pasado más remoto de la humanidad, desde su plaza de profesora titular en el CUC y posteriormente en la Universitat Jaume I.