Aunque son varias las personas que influyeron en su vida y en su obra, Concha recordaba siempre al maestro José Benlliure y su influencia en el estilo y forma de pintar de su alumna. Este Benlliure es hermano del célebre escultor Mariano Benlliure, y llegó al arte pictórico en Valencia en pleno ochocentismo español, perteneciendo a la generación de Pinazo, Martínez Cubells, Emilio Sala, Cabrera, Sorolla… Director de la Academia de España en Roma desde 1903 a 1912, se hizo aquí un grupo numeroso de alumnos y es entonces cuando se convirtió en maestro pintor de la muchacha de 16 años. A su academia asistió por aquel entonces la niña Concha Beltrán, en Valencia, por iniciativa de su tío capellá, mosén Benito Traver, que la tenía acogida en su casa de Vila-real, desde que, a los 4 años, la niña quedó huérfana y era deseo del resto de la familia que creciera bajo la influencia cultural y religiosa del sacerdote. Y no solamente ello, ya que un buen amigo del eclesiástico, el pintor profesional vila-realense Juan Bosch Pons, había sido quien le dio las primeras clases y le enseñó los secretos de los lienzos y los pinceles, pintando al natural y desde el caballete de la academia, en su tiempo.

DON BENITO // La página de Concha Beltrán tiene que estar forzosamente influenciada por la personalidad y la categoría cultural de su tío el sacerdote. En su despacho, ya lucían sus primeros apuntes sobre lo que sería su obra universal, es decir, la Historia de Villarreal. Don Benito Traver no tardó en ser nombrado también Cronista Oficial de su pueblo. Gran músico y compositor, llegó a ser maestro de canto en el seminario y en el mismo conservatorio de Valencia. Y acabaría por ser nombrado Hijo Predilecto de Vila-real, al tiempo que también lo era como Caballero de las Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, académico de Ciencias Históricas en Toledo y del Arte y las Buenas Letras, de la Academia de Málaga. Miembro de la Sociedad de Maestros Compositores y Editores de Música de Madrid. Y miembro también de Lo Rat Penat y del Centro de Cultura Valenciana. En lo referente a su producción musical, es el autor de varias zarzuelas, entre las que hay que destacar a El Pavo y La Gruta de Lourdes, así como de piezas sueltas como Les tres pedretes, Las doce han sonado y El mercat del meu poble, entre otras. Bueno, pues en ese ambiente de música, literatura y pintura, además de religioso, fue creciendo con un pincel en la mano Concha Beltrán Ramos.

LA VIDA // Nació en Vila-real el día 26 de julio de 1896, en la calle de las Cruces Viejas. Una casa en ella que forma rincón y estaba señalada con el número 30. Sus padres eran labradores, aunque con inquietudes culturales y de acusada tradición religiosa. A mí me hablaron de ella el exalcalde Bautista Carceller y Araceli Lázaro Muelas, que la entrevistaron para los periódicos. Me decían que un día mosén Benito Traver, siendo Concha todavía muy niña, la envió a casa de una tía suya, profesora de piano, para que llevara unas partituras de parte de don Benito. Y Conchita, antes de salir de casa fue a peinarse y al observar su rostro frente al espejo, comenzó dibujarlo y a pintarlo. Y cuando su tío vio la gracia de su dibujo, comprendió que la niña poseía dotes para el arte y ya le proporcionó la ocasión de asistir a las clases de maestros profesionales. Ella quedó al principio un tanto sorprendida, pues estaba convencida que estudiaría con su tío música y piano, aunque, por ser de casa, era la última. De todas maneras, entre unas y otras cosas, estudió la carrera de Magisterio en la Escuela Normal de Castellón, aunque nunca ejerció de maestra. La vida es un laberinto en verdad en la que no siempre sabemos dónde nos lleva.

HISTORIA DE VILLARREAL // Otra faceta a destacar de la vida de Concha Beltrán es que, viviendo en la casa de su tío mosén Benito, tuvo que ejercer de ayudante suya mientras el sacerdote estaba redactando su obra y necesitaba salir de casa, de aquí para allá, y la sobrina y el tío salían juntos, él con su cuaderno de notas y ella con su máquina fotográfica. En realidad le tocaba hacer de secretaria, de copista, la que llevaba al cuello su máquina de fotografiar, unas veces en la diligencia de aquel tiempo o en carro o a pie. No es extraño que muchas veces ha sido piropeada como coautora de la obra, aunque nunca quiso aceptar tal reconocimiento.

--“El único autor de la obra es mi tío --decía--, yo solamente me veo como una colaboradora. Mi tío es el historiador, investigador y un músico excelente”.

Le dio tiempo para asistir muy a menudo a los actos y las clases de la Agrupación Coral Els XIII, de Vila-real. También hizo pinitos de profesora de bellas artes en Burriana, tan cerca de casa. Y eso la animó a abrir su propia academia en su pueblo, en la calle del Doctor Font, en un principio, para pasar después a un amplio local de la calle Mayor San Jaime y, definitivamente, hasta sus últimos años, en la calle Colón. Como falleció a los 92 años, estuvo ejerciendo como profesora tantísimo tiempo de su vida.

LOS ALUMNOS // Es la profesora universitaria Herminia Samblás quien me habla de ello. De los muchos alumnos que pasaron por su academia. De Vila-real y de los pueblos de la comarca, agrupados en tres turnos, a un promedio de 20 alumnos por turno. Entre ellos se encontraban alumnos procedentes del sector de la construcción, es decir, albañiles interesados en el dibujo lineal para la correcta interpretación de planos. Otros eran profesionales de la industria de fábricas de azulejos, ya tantas en Vila-real. Algunos iban a aprender dibujo geométrico, que aplicarían posteriormente al diseño industrial tan necesario.

Concha ya era mayor cuando contrajo matrimonio con José Tarancón Domingo, tío del cardenal Tarancón. Y como no tuvieron hijos, se pudo dedicar de lleno a su profesión. Y así, ella pintaba siempre que disponía de un pequeño tiempo libre en la academia. Y como pintora, recibió muchos encargos, entre los que figuran gran número de temas de carácter religioso. Por eso su obra está también en algunas iglesias de la provincia, incluidos ajuares y casullas y otros ropajes eclesiales. En esos casos, ella apenas cobraba nada por ello, dadas sus fuertes convicciones religiosas. Claro que otros alumnos han aprendido de ella el arte pictórico. Algunos como Llorens Poy, Martí Font o Llorens Bort, mi amigo de verano en Benicàssim. H