Ariadna Sitjà, directora del Instituto de Acuicultura de Torre la Sal --centro del CSIC--, resalta que el 55% de producción de pescado a nivel global procede ya de la acuicultura. «Si no fuera así, no podríamos comer en las cantidades de pescado que tenemos, ni en número ni a un precio asequible. En España, al llegar al 30 de mayo --a partir de junio--, ya no se podría seguir comiendo especies de pesca nacional, se tendría que recurrir a pescado de acuicultura o de otros países». En su opinión, pesca tradicional y acuicultura no son rivales, sino que «hay que apostar por el pescado de calidad y sostenible».

La investigadora destacó que la Comunitat es líder en producción nacional de acuicultura; «y Castellón, es nº1 en España y nº2 en Europa», con gran rotagonismo de doradas y corvinas. Los efectos del cambio climático también se dejan notar, aunque el cultivo de peces es controlado, pues «la borrasca Gloria sacó a los peces de sus jaulas a alta mar». Recordó además que hace años el CSIC eligió para el instituto este tramo de costa de Castellón «por la calidad de su agua; aunque ahora hay un limo fino, por los cambios que se producen».

Sobre la regresión de la pesca tradicional global, opinó que «las causas más comunes son la sobreexplotación o condiciones que no dejan crecer igual a las especies». Por ello, incidió en la importancia de la calidad del agua, «pues es el medio donde vive el pez. Influye el nivel de oxígeno, presencia de metales y plásticos...En acuicultura, sabemos lo que come el pez de principio a fin, si está vacunado...El riesgo de anisakis es cero. Hay control de calidad y seguridad alimentaria».

Sitjà resaltó el control alimentario y sanitario del pez acuícola: «No es el hermano malo. Hay que evitar reticencias sobre de qué se alimentan o si se han medicado. Uno cuando compra pollo no se lo plantea».