El borriolense Carlos Pitarch participa en la expedición SOS Arctic 2022, que cruza por primera vez Groenlandia de oeste a este a bordo del vehículo eólico Trineo de Viento para monitorizar el cambio climático y analizar el impacto del deshielo de los polos, sigue sumando kilómetros tirada por cometas sobre este desierto blanco, al tiempo que avanza en la recogida de sus primeras muestras de hielo ártico y de aire para el proyecto científico y espacial que da pulso a esta travesía.

Liderada por Ramón Larramendi, con más de 30 años de experiencia en el hielo, SOS Arctic 2022 cuenta por primera vez en su equipo con un castellonense: el alpinista de Borriol (Castellón) Carlos Pitarch, que recopila material gráfico y audiovisual para desarrollar un proyecto divulgativo tras la llegada 'a puerto' del Trineo de Viento. A bordo navegan el alpinista Marcus Tobía, las investigadoras Lucía Hortal y Begoña Hernández, responsables del proyecto científico que abandera la expedición, y el montañero y periodista Juan Manuel Sotillos como encargado de la comunicación.

Bajo la dirección de Lucía Hortal, el equipo ha realizado las primeras perforaciones sobre el hielo para extraer los microorganismos que se encuentran en su interior para analizarlos en el laboratorio una vez de vuelta a Madrid, explica Juan Manuel Sotillos en las crónicas remitidas desde el terreno.

Con la ayuda de un taladro especial, el Trineo de Viento ha logrado sacar muestras a metro y medio de profundidad en una primera fase, a tres metros y "tras un esfuerzo ímprobo". Muestras que la investigadora Lucía Hortal "se pone a fundir inmediatamente" en el laboratorio móvil instalado en el vehículo para su posterior análisis en detalle. Buena parte de la investigación realizada a bordo de este vehículo polar de emisiones cero va dirigida a la exploración de la vida más allá de la Tierra, como Marte por ejemplo.

Y es que uno de los motores de SOS Arctic 2022 es armar, a través de las muestras recabadas, una investigación junto al Centro de Astrobiología de Madrid capaz de averiguar si hay vida en otros puntos del sistema solar, como el planeta Marte y las lunas heladas del sistema solar de Júpiter y Saturno, a través de una herramienta de exploración espacial llamada 'Solid'.

Para su correcto funcionamiento es necesario probarla antes en ambientes similares como los polos. El proyecto científico incluye, para la Universidad Autónoma de Madrid, la toma de muestras de aire a través de unos colectores para analizar su capacidad de dispersión y supervivencia, con la intención de comprobar si los microorganismos que estaban atrapados en el permafrost puede volver al ecosistema de la Tierra tras su liberación por el deshielo.

SOS Arctic es la primera expedición polar alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y una iniciativa libre de emisiones. Ni el Trineo de Viento ni los experimentos científicos llevados a cabo en él dejan huella de carbono sobre el planeta. Con la mirada puesta en el viento --"dependemos de que haya, pero también de su intensidad y dirección"--, este trineo eco-sostenible se ha deslizado ya por casi 700 kilómetros de los mil de trayecto en sus más de tres semanas de aventura desde que el equipo partió el 17 de mayo.

"El tiempo y los malos vientos no han favorecido la navegación y ha hecho que hayamos tenido que desviarnos y cambiar la ruta, girando hacia el este antes de tiempo", señala Juan Manuel Sotillos. Por delante quedan 350 kilómetros de travesía por territorio polar. También jornadas a más de 20 grados negativos, muchas horas de navegación sobre este vehículo de 14 metros de largo, 3,3 de ancho y con más de 2.200 kilos a bordo, menús liofilizados --desde cocidos madrileños y montañeses a lentejas o pescado-- y alguna que otra tormenta de viento, como la que sacudió al equipo hace escasos días con rachas superiores a cien kilómetros por hora y que obligó a construir un muro de hielo para proteger a la expedición.

Base militar americana a 20 metros bajo la nieve

En este nuevo avance de SOS Arctic, la tripulación ha alcanzado uno de sus hitos: llegar hasta DYE3, una antigua y abandonada base militar americana enterrada a 20 metros bajo la nieve. Es la "meta norte" de la travesía sobre la superficie helada de Groenlandia, desde la que comenzarán la ruta de regreso.

Una impresionante esfera es el único elemento en la superficie de lo que fue un edificio de unos 30 metros altura. Se construyó en plena Guerra Fría, entre 1956 y 1959, y tres décadas después se abandonó a su suerte. Desde entonces, esta base ha quedado engullida por el hielo, enterrando sus seis pisos, que antes había que subir "y ahora hay que descender rumbo al infierno helado".