60 años de los apartamentos 'rebeldes' de Benicàssim: una utopía inacabada

El almazorense Tomás Llorens y el prestigioso arquitecto Oriol Bohigas concibieron un espacio vanguardista en oposición al desarrollo impersonal de la costa

Hace 60 años, el almazorense Tomás Llorens miró la costa de Benicàssim y no le gustó lo que veía. El turismo de sol y playa, hasta el momento casi inexistente en el municipio, se empezaba a desarrollar en forma de altos apartamentos, urbanismo impersonal y arquitectura de poco valor. Y decidió hacer algo al respecto. Su respuesta fue los apartamentos Santa Águeda, un proyecto que iba en dirección contraria a ese crecimiento descontrolado que, sin embargo, quedó inacabado.

Corría el año 1964 y Llorens trabajaba como abogado para una cooperativa de viviendas. Años después lograría ser el creador del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (en 2007). Pero en ese momento, poco después de salir de la cárcel por motivos políticos, su atención se fijó en unos terrenos que sus tías tenían cerca de la playa.

Los apartamentos están la avenida Ferrandis Salvador y tienen vista al mar.

Los apartamentos están la avenida Ferrandis Salvador y tienen vista al mar. / Sanahuja and Partners

Realismo

Llorens estaba muy interesado en el realismo, un movimiento que en la arquitectura se caracteriza por el respeto a los materiales, la funcionalidad y los diseños adaptados a las necesidades de las personas que iban a habitar esos edificios. Principios que él quería aplicar en el proyecto que concibió en los terrenos de su familia; y para ello escogió el estudio de alguien afín a sus ideas y que con el tiempo se iba a convertir en uno de los más prestigiosos en su campo: Oriol Bohigas, ni más ni menos que el ideólogo de la Barcelona Olímpica del 92.

El plan inicial era muy ambicioso. Contemplaba más de 300 viviendas en un complejo que tendría cine, restaurantes, comercios, una capilla y una plaza, como las de los pueblos en los que se basaría el diseño de las viviendas: Vilafamés, la Pobla Tornesa, Santa Magdalena de Pulpis... Allí llevó Llorens a los arquitectos responsables del proyecto y de allí sacaron la idea de las persianas enrollables, tan características; la del color de las casas, de las agujas de Santa Águeda.

Se trataba de crear un espacio cómodo, con zonas de paseo y pensando siempre en las necesidades de una familia en vacaciones. Un modelo, en definitiva, totalmente opuesto al que planteaban los apartamentos Heliópolis, o tantas otras torres de Benicàssim.

Persianas enrollables, que los arquitectos copiaron de los pueblos del interior de Castellón.

Persianas enrollables, que los arquitectos copiaron de los pueblos del interior de Castellón. / Sanahuja and Partners

Características

"Este proyecto es especial porque recoge las aspiraciones de la arquitectura de generar comunidad en el turismo, no bloques aislados. Está diseñado de manera que se facilite el contacto y las comunicaciones, como si fuera un pequeño pueblecito", explica Jaime Sanahuja, de Sanahuja and Partners, estudio al que se encargó la rehabilitación del complejo en 2005. La fascinación del arquitecto con los apartamentos Santa Águeda venía de largo, desde cuando era pequeño; y no en vano, les dedicó su tesis doctoral y un libro, publicado en el 2021.

El proyecto no pudo realizarse en su totalidad, sin embargo. De los más de 300 apartamentos que se iban a construir solamente se completaron unos 60. Problemas de comercialización, la crisis de principios de los 70 y que los impulsores ya estaban en otras cosas --Llorens, centrado en su carrera de historiador del Arte-- fueron los factores que hicieron que se interrumpiera su desarrollo y que los propietarios vendieran una gran parte de los terrenos, que conectaban con la Gran Avenida.

"Las tendencias evolucionaron en los años siguientes hacia una arquitectura más vanguardista y este tipo de construcciones cayó en la anécdota. El desarrollo posterior fue tremendo: bloques aislados y urbanismo que no crea espacio público", lamenta Sanahuja. No obstante, los apartamentos Santa Águeda siguen recordando que, aunque inacabada, la utopía fue posible.