La vicepresidenta Aitana Mas ha ejecutado esta semana su golpe de efecto más contundente desde que asumió la vicepresidencia de la Generalitat el pasado 30 de junio tras la dimisión de Mónica Oltra con la destitución en el Consell de su compañera de partido, una histórica en Compromís como Mireia Mollà.

Una demostración de autoridad para la que eligió una fecha nada casual. La operación de destitución se ejecutó el día después de que se confirmara que la exvicepresidenta, Mónica Oltra, no volverá a medio plazo al ampliarse la investigación judicial a la que está sometida. Un dato nada menor porque garantiza la presencia de Mas como cabeza visible de Compromís hasta las elecciones autonómicas de 2023.

Hasta ahora había dudas sobre si su presencia en el Consell sería temporal porque ella misma había asegurado que se apartaría si volvía Oltra. Pero la realidad es otra y ya no se trata de una hipótesis. La vicepresidencia no va a ser temporal y a Mas nadie le moverá la silla. Fortalece su influencia y poder en el Consell con un movimiento fulminante y se reafirma como la máxima referente de la coalición en el gobierno autonómico a los cien días de asumir la vicepresidencia.

Los otros consellers

Ya ninguno de los otros tres consellers de la coalición puede hacerle sombra. Rafa Climent está más cerca de la casilla de salida y cuando acabe la legislatura cumplirá ocho años al frente de la Conselleria de Economía; Raquel Tamarit sustituyó hace cuatro meses a Vicent Marzà al frente de Educación e Isaura Navarro llega al Consell de la mano de la vicepresidenta y ya le debe el favor de haberla promocionado desde la secretaría autonómica de Sanidad a la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica.

Un movimiento sin precedentes el de Mas, digno de juego de tronos, que no se hubiera producido sin el beneplácito de Mónica Oltra que al parecer tenía un plan B para el caso de un archivo rápido de su causa: su regreso al Consell con las mismas competencias que dejó en junio y el mantenimiento de Aitana Mas en el Ejecutivo al frente precisamente de la macroconselleria que esta semana abandona Mollà.

Pero en la lucha de poder dentro de Compromís, el fortalecimiento de Mas podría suponer un peligro para Més, el principal partido de la coalición que ya ha lanzado a su candidato, el diputado en el Congreso Joan Baldoví.

En Més no la ven una amenaza y no creen que vaya a ser un rival interno para Baldoví. Pero Mas se guarda un as en la manga y juega con los tiempos. Baldoví ya se ha postulado y ella no. Para descartarse de la candidatura a presidir la Generalitat siempre está a tiempo y hasta final de año o el mes de febrero mantendrá la incógnita. Mientras llega esa fecha puede amagar con presentarse si política o internamente le interesa. De momento ya ha marcado su territorio y esta semana ha confirmado que tras el guante de seda no le tiembla el pulso.

El diputado en Madrid le ha brindado apoyo público en la crisis con Mollà y en el antiguo Bloc celebran que Aitana Mas se consolide y subrayan que nada ha cambiado internamente y los equilibrios en la coalición son los mismos. Porque la interna es una partida distinta a la del Consell.

En la coalición se juega un pulso de más amplio recorrido: el de heredar la vitola de líder de Compromís que durante una década llevó Oltra y de la que ya queda descabalgada Mireia Mollà, si alguna vez tuvo alguna opción.

En Més tienen claro que el candidato electoral será Baldoví y que Mas al final no será rival. Creen que la alicantina no optará a la candidatura autonómica y que el final es que lidere en Alicante.

Añaden que el puesto grande si se reedita el Consell en un Botànic III es para Baldoví y si se repitiera un equilibrio de poderes como el actual tras las elecciones sería vicepresidente. Pero lo que haga Mas se mira al detalle y hay voces en Més que le piden que deje claro ya si va a competir con Baldoví por la candidatura autonómica y acabe con la incertidumbre.

Mas nunca ha eludido el choque. En sus cuatro primeros meses ha aportado tranquilidad, pero no ha rehuido batalla como enseñar la salida a Colomer por la tasa turística o cuestionar ayudas fiscales anunciadas por Puig.

Oltra-Mollà: El ocaso del dúo que tumbó al PP

Contra el PP se vivía mejor. Hace ahora justo una década, en los tiempos de decadencia de los populares, a partir de 2012, dos nombres eclosionaban en la izquierda valenciana, los de Mónica Oltra y Mireia Mollà.

Ambas lideraban desde las filas del primer Compromís la oposición más dura al gobierno del entonces jefe del Consell Alberto Fabra y se convertían en azote de los populares en la denuncia de los numerosos casos de corrupción que saltaron a la actualidad por aquellos años.

Oltra y Mollà formaban una pareja temida por las huestes del PP. Duras en el debate y muy vehementes aprovecharon el viento a favor para elevar las cotas de popularidad de Compromís. Sin ellas dos no se entiende el Compromís moderno, el que germina en 2010 con la unión del nacionalismo histórico del Bloc, la formación ecosocialista que ambas, expulsadas de EUPV, habían impulsado en 2007, Iniciativa del Poble Valencià, y la rama ecologista del partido verde.

Tres años después, con el triunfo de la izquierda, Oltra se convertiría en vicepresidenta del Consell y Mollà asumía un papel importante en el grupo parlamentario de Compromís, como síndica adjunta con Fran Ferri y portavoz de presupuestos, hasta su entrada en el Consell al frente de Transición Ecológica en 2019, en el segundo Botànic, aupada por la entonces vicepresidenta Oltra.

La dimisión de Oltra en junio por los problemas judiciales derivados de la investigación a Igualdad sobre su papel en la gestión del caso del exmarido y la destitución de Mollà esta semana aparta a dos históricas de la izquierda valenciana con apenas cuatro meses de diferencia.

Una dupla que acaba enfrentada y muy distanciada. Oltra nunca perdonó a Mollà su tibio apoyo cuando la imputaron y que se posicionara públicamente a favor de su dimisión.

Oltra, la lideresa de Compromís durante más de una década, tenía como principal escudera en sus tiempos de ascenso hasta la cima del poder a la ilicitana Mollà. Ambas se fotografiaron para la revista nosGustas.com (imagen superior) en una campaña de apoyo al colectivo gay, una foto de gran impacto.

De una escisión de Esquerra Unida se formó parte del actual Compromís, porque la coalición, como se la conoce actualmente no es la primera que se llamó con ese nombre. La primera fue Compromís pel Pais Valencià, una fusión entre EU y el Bloc que logró siete diputados en 2007, pero saltó por los aires en pocos meses. 

De la explosión y la estela que dejó surgió el germen de un Compromís nuevo, la estructura moderna, que tuvo su eclosión en 2015 cuando logró su mayor hito, 19 diputados.