Serrat se ha unido al club de los sexagenarios, en un momento en que su capacidad de incidencia en el gran público sigue fuera de duda, como demostraron sus dos recientes recitales en el Palau Sant Jordi. Nacido en Barcelona, el 27 de diciembre de 1943, y con 31 discos en su haber, el autor de Mediterráneo, Paraules d´amor, Aquellas pequeñas cosas, Cantares, Pare, Lucía, Can§ó de matinada, La saeta y tantos otros clásicos populares, algunos de ellos adaptaciones de textos de poetas, se encuentra en Argentina, donde afronta la efeméride sin grandes celebraciones y sintiéndose, como ha dicho estos días, "tremendamente vivo".

Prueba de ese espíritu vitalista fue la revisión de Ara que tinc 20 anys que ofreció en el Sant Jordi, con el texto alterado como ya hizo al cumplir los 40. "Fa 20 anys que dic que fa 20 anys que tinc 20 anys", cantó aquellas dos noches, persiguiendo el idea de eterna juventud. Su colaborador Ricard Miralles incide en esta idea: "Serrat ahora está aún más enamorado de su trabajo que antes, porque hay menos cosas que le distraen". En su opinión, habrá Serrat para rato.

REFERENTE GENERACIONAL La obra de Serrat ha proyectado una larga sombra sobre la escena musical. Las miradas de respeto y admiración llegan desde muchos rincones, empezando por sus contemporáneos. Como Luis Eduardo Aute, que en septiembre cumplió los 60 y evoca su primer contacto con el noi de Poble Sec. "Fue en 1966, en Radio Barcelona. Era mi primera actuación en público, ¡y me olvidé la guitarra en el hotel! Estaba desesperado, cuando Serrat se me acercó y me ofreció la suya", recuerda Aute. Amistad sellada. Y de largo recorrido: en 1983, el autor de Al alba contó con su "importante" presencia en Entre amigos. Para él, Serrat es "un artista y un poeta que ha creado un mundo propio y una escuela con imitadores en todas partes". ¿Discos de cabecera? "El más redondo es Mediterráneo. Pero en todos hay grandes canciones: MediterráneoConillet de vellut, Los fantasmas del Roxy...".

Maria del Mar Bonet se acuerda también del Serrat más juvenil. Su hermano, Joan Ramon Bonet, lo trajo un día a la casa familiar, en Mallorca. "Hicimos una pequeña gira por la isla cantando los tres. Ellos eran un poco mayores que yo, y eran mis ídolos", explica. El disco que más la conmueve es Can§ons tradicionals. "Quizá es de los menos conocidos, pero piezas como La dama d´Aragó. Destaca a Serrat como "gran comunicador" con canciones "muy bien hechas y, además, populares".

Raimon ha querido mandar a Serrat un mensaje escueto: "D til, ara que tens 1.000 anys, te´n desitjo molts milions més. Salut i for§a all on et calgui. Una forta abra§ada, Raimon". Lo de dátil es una broma. "Todos le llamaban nano y yo saqué lo de nanod til, explica.

EXIGENTE EN EL TRABAJO Y, para admiradores en toda la regla, Joan Isaac, que se define como "fan incondicional" del cantautor. "Siempre le he considerado como un hermano mayor. Tiene un carisma inmediato y, cuando habla, parece que el mundo se pare", comenta. En su opinión, sus canciones "trascienden y se hacen poesía, algo que muy poca gente ha conseguido; quizá Jacques Brel".

Una constante se repite entre quienes han trabajado con él: su exigencia. "No deja pasar ni una; es un perfeccionista. Puede venir al día siguiente de una grabación y cambiarlo todo", explica Moncho, cuya amistad con Serrat viene de lejos. "Nuestros padres eran compañeros de trabajo en Catalana de Gas", revela. Ricard Miralles admira "su inspiración melódica, poco común en alguien sin estudios musicales académicos".

"Hizo un trabajo excelente al descubrir a poetas que no habíamos hecho nuestros". Gerard Quintana demuestra que su obra alcanzó también a la generación marcada por el rock. Considera que es, "con Sabina, el cantautor que más ha brillado como retratista cotidiano". Y añade: "Me fascina cómo ha cambiado de una lengua a otra siendo siempre respetado, algo que Sopa de Cabra intentó y no salió bien". Serrat tiene, dice, "algo de malabarista". Hay que serlo para mantenerse en un negocio tan alocado como éste.