Es el verdadero currante del verano, sus clientes son aquellos cientos de miles de hombres y mujeres que disfrutan de unas merecidas vacaciones y que cada día en el chiringuito le recuerdan que es agosto, época vacacional. El profesional tiene mucha mili y es capaz de computar no sólo la ristra de platos, bebidas, cafés, puros, copas o licores del pedido, sino de recordar quién ha pedido qué. Es aquel a quien el veraneante que llega de la playa exhausto y terriblemente sediento odia y añora cuando lleva más de media hora sentado esperando una mirada suya (tierna, huraña o esquiva, depende del momento).

El terror de los camareros son los pies. Los más veteranos ya deben de tener ciertos remedios para tales casos, pero el novato debería hacerse con algún manual sobre el cuidado de los pies, como el de Erika Dillman, El libro del cuidado de los pies. En este libro encontrará las mejores soluciones para combatir las ampollas, los pies cansados, los callos, el exceso de sudor... Por ejemplo:

1. Para las ampollas: "En un barreño de agua fría, eche 5 gotas de aceite de geranio y dos bandejas de hielo. Deje los pies en el agua durante 15 o 20 minutos". Otra opción es meterlos en té frío durante al menos 30 minutos o en agua templada a la que se haya añadido sal de higuera. Un remedio que garantiza el alivio al final de la jornada.

2. Para durezas y callos: "Deben reblandecerse con agua templada, dos cucharadas soperas de bicarbonato, dos de aceite de oliva y cinco gotas de aceite de camomila y dejar los pies en el agua durante 15 o 20 minutos. Luego rebaje las durezas y los callos con piedra pómez y aplique una loción hidratante sobre la zona afectada".

3. Para la hinchazón: "Al final del día túmbese y coloque los pies en alto durante 15 o 20 minutos. Dos o tres cojines bajo los pies le servirán" (para volver a sentirse vivo).

La autora no recomienda estos sistemas a personas con diabetes o problemas circulatorios. Unas enfermedades que deben tenerse en cuenta a la hora de aplicar los tratamientos.

Otro de los grandes retos del camarero novato podría ser la memoria, o en este caso la falta de memoria. Porque recordar el pedido de una mesa de diez es complicado y acordarse de quiénes han pagado y quiénes no puede llegar a ser una tarea de titanes, o de ese que pidió sal hace media hora, o del otro que quiere un café de más, o del mocoso que ahora ansía un helado... Klaus Kolb y Frank Miltner tienen un plan de ejercicios para mejorar la memoria en sólo diez días. En el manual Cómo ejercitar la memoria proponen técnicas como usar la fantasía para crear asociaciones (forzar las imágenes hasta lo grotesco, o exagerar las cosas, o invertir los papeles, emplear los colores, emplear varios sentidos a la vez...), o crear sistemas asociativos (encadenar informaciones aisladas).

MÁS TRABAJO

A mediodía la cosa se complica y a las cañas, los helados y demás tapitas veraniegas se le añaden los menús. El trabajo se intensifica de manera descomunal y cuando parece que el temporal amaina llega esa familia numerosa que pide la socorrida paella typical spanish. Es cuando al camarero le entran tentaciones de añadir cicuta en el arroz y dejarlos a todos como Sócrates. Debería relajarse. Jenny Sutcliffe tiene la solución en su librito Frescura, 100 consejos para relajarse, en el que aparte del tai-chi, el llanto o la oración propone otros sistemas para dejar atrás el estrés como comerse un plátano (que contiene triptofano, con una función vital en la producción de serotonina, el elemento químico del bienestar), dejar la mente en blanco, sonreír, silbar y dar puñetazos (ojo, darlos a globos atados a una mesa).

Después de un día duro, el camarero necesitará de una lectura evocadora, como el libro de Marianne Williamson Espera un milagro cada día, que ofrece una guía práctica y espiritual para dar sentido a nuestra vida; o en otro caso En armonía con el infinito, de Ralph Waldo Triner, una manual infalible para "armonizar nuestra voluntad humana con la divina".