Al principio de la novela Otoño (Nórdica), su autora, Ali Smith, se pregunta si es imposible escapar del vertedero del yo. No es esta una cuestión fácil de responder, menos en una sociedad que, efectivamente, es cada vez más individualista. Atrás quedaron esos valores vinculados con una ética humanista. Atrás quedó el sueño de crear una comunidad plural y tolerante. Atrás, muy atrás, esa idea de una Europa unida resulta una pantomima.

El auge de los radicalismos de derecha, de los ultranacionalismos, han hecho tambalear de nuevo los cimientos de ese proyecto comunitario en el que las fronteras iban a ser cosa del pasado, donde cualquier ciudadano pudiera ser libre, fruto de un común entendimiento y respeto. Los ecos de épocas pretéritas vuelven a sonar, el miedo vuelve a ser latente, fruto de una violencia —verbal y física— que dice muy poco del ser humano como tal. Vivimos en una era triste, donde los errores qu e cometimos en el pasado, las barbaries y actos atroces que nunca debieron suceder, resuenan en nuestras cabezas. ¿O exagero?

Smith, a través de la relación cordial entre una joven y su vecino, hilvana un relato en el que pone sobre la mesa algunos de estos asuntos. De forma inteligente, comparte la incongruencia, y la decepción que supone, del brexit, artimaña política que provocó —y sigue provocando todavía— enfrentamientos no sólo en la cámara de representantes, sino en las propias calles alimentando el discurso del odio hacia el extranjero, hacia lo diferente, dividiendo en dos a un país, a una sociedad. Smith nos habla de un país quebrado, de la decadencia política y moral, pero a su vez narra una historia de crecimiento personal y de asombro, de cuidado, de amor.

El tono cercano de esta novela, primer título de su celebrada tetralogía «Cuarteto estacional» —Nórdica ha publicado recientemente la segunda obra, Invierno, y ya ha anunciado la aparición de la tercera, Primavera— logra que conectemos rápidamente con Elisabeth, su protagonista, y Daniel Gluck, el misterioso vecino, amigo y mentor, convertido ahora en un anciano desvalido pero con el que mantiene, a su manera, una relación profunda y sincera de afecto. Asimismo, Smith se sirve de un sutil toque de humor para aligerar aspectos del todo absurdos en esa nueva sociedad post-brexit, como cuando relata la peripecia de Elisabeth al intentar tramitar su nuevo pasaporte, o cuando su madre, indignada por el trato que reciben los niños inmigrantes solicitantes de asilo, decide emprender su batalla personal contra una valla electrificada.

Destaca también el «rescate» que hace de la pintora Pauline Boty, artista pop británica caída en el olvido, para exponer y revelar los delitos y faltas de una sociedad patriarcal que aún hoy rige el mundo. En este sentido, Smith lo que nos ofrece es una historia sobre el declive ideológico actual, esa crisis de valores que desde hace ya demasiado tiempo nos asola, y lo hace impregnando al relato de cierto lirismo y nostalgia por un pasado que resultaba mucho más familiar, cordial y afable. Una historia que va de lo personal a lo colectivo.

'Otoño', de Ali Smith