Libro y filme

Amy Winehouse, la estrella que solo quería ser "Amy, la chica con la guitarra"

Un libro lanzado por sus padres, Janis y Mitch, exhuma textos íntimos y fotos del archivo familiar que realzan la dimensión más entrañable y la naturaleza creativa de la cantante británica, autora de modernos clásicos pop como ‘Rehab’ y fallecida en 2011 a los 27 años

El lanzamiento en España coincide con el estreno en el Reino Unido del filme biográfico ‘Back to black’

Dibujos, escritos e imágenes familiares de Amy Winehouse extraidos del libro ‘Amy Winehouse, de su puño y letra’.

Dibujos, escritos e imágenes familiares de Amy Winehouse extraidos del libro ‘Amy Winehouse, de su puño y letra’. / / LIBROS DEL KULTRUM

Jordi Bianciotto

El mito de la estrella que vive con rapidez, muere joven y deja un cadáver bien parecido (máxima que John Derek pronunció en ‘Llamad a cualquier puerta’, en 1949, y que James Dean hizo suya) tiene en Amy Winehouse al último alto exponente de la era pop. Fatalidad a la que un libro amorosamente armado por sus padres, Janis y Mitch, se encarga de desproveer de glamur y de llenar de veracidad terrenal, memoria entrañable y revelaciones ilustradas sobre la auténtica naturaleza de esta cantante y compositora carismática, a la que una sobredosis de alcohol (tal vez agravada por su debilidad física derivada de la bulimia) segó la vida a los 27 años, en 2011. 

‘Amy Winehouse, de su puño y letra’ (Ed. Libros del Kultrum), traducción del volumen aparecido el pasado septiembre en el Reino Unido (‘In her words’), nos introduce en la intimidad de la autora de temas como ‘Back to black’ y ‘Rehab’ desde su infancia y hasta el fatal desenlace presentando abundante material inédito: textos de su diario, letras manuscritas, poemas, cartas y dibujos. Y numerosas fotos del archivo familiar, incluyendo curiosidades como esa pequeña Amy agarrada a un flotador en la playa de Benalmádena, con su sonriente padre. 

La vida en el filo

Ya desde el prólogo, firmado por Janis y Mitch, se nos advierte de que la Amy más tierna era “un bebé hermoso” con cierta “propensión a los accidentes domésticos”, como un vaticinio de lo que estaba por venir. La bautizaron como ‘Nooge’, palabra yidish (la familia era judía, aunque poco practicante: ella solo pisó una vez la sinagoga, en un Yom Kippur) que viene a decir que estaba siempre al filo de lo imposible. A medida que fue creciendo, y más allá de su “velo de aparente despreocupación”, sus padres observan que, encerrada en su habitación, en su mundo, fue “perfeccionando cuidadosamente su arte”, absorbiendo “toda la información que flotaba a su alrededor”, tomando notas de todo y confeccionando listas que eran “legendarias”. ¿Un caso palmario de déficit de atención escolar? Los maestros hacían notar que no se concentraba y se portaba mal en clase, pero en casa devoraba películas, novelas y libros de poesía. 

Se deslizan confesiones significativas en sus cuadernos: “la mayoría de la gente no quiere conocerme”, “les hace feliz pensar que soy la chiflada de la clase”. Y se filtra un desencuentro con la música de su tiempo y cierto desamparo generacional. “Al escuchar a grandes cantautores como James Taylor y Carole King sentí que no había nada nuevo en el panorama de mi época que realmente me representara, ni que tampoco mostrara cómo me sentía”, reflexiona en uno de los textos. “Así que empecé a escribir mis propias cosas”.

El peinado, una máscara

Significativas son sus cavilaciones, pasado ya el tiempo, ante el fenómeno de la fama y la amenaza de que su voz como artista genuina quedara oscurecida. “Intento centrarme en ser una cantautora en una época en la que todo el mundo está demasiado pendiente de convertirse en una celebridad. No soy Amy, la estrella. Soy Amy, la chica con la guitarra”, escribe. Y entonces apenas existían todavía las redes sociales. Para sus padres, su aparatoso peinado-colmena, inspirado en los ‘girl groups’ de los 60, era “la máscara tras la que se escondía”. Los pensamientos reflejados nos hablan de una creadora para quien el acceso al estrellato no era una meta en sí misma. “El éxito para mí es tener la libertad de trabajar con quien quiera”, confesaba en medio de la vorágine. 

Aunque ‘Amy Winehouse, de su puño y letra’ destaca el perfil más amable de la artista, ya sea el familiar o el creativo, aspectos más sórdidos no quedan fuera de foco. “No podemos blanquear la historia de Amy. Sí, era una adicta, y sí, su vida también era un caos”, escriben sus padres, con la expiación moral a punto: en las últimas páginas se dedican a destacar la labor de la Amy Winehouse Foundation, consagrada a concienciar a niños y adolescentes de los peligros de las sustancias tóxicas. Y ese encuadre general parece coincidir con el del filme biográfico ‘Back to black’, estrenado este viernes en el Reino Unido, que ha cosechado críticas positivas, aunque salpicadas por apuntes críticos hacia la ausencia de escenas de su calamitosa etapa final y las escasas alusiones a la bulimia, la enfermedad que, según declaró años atrás su hermano Alex, fue “lo que realmente la mató”. Sea como sea, queda este libro lleno de fotos y reliquias emotivas que nos traen a una Amy Winehouse inocente, soñadora y creativa, desafiando a sus demonios.

Suscríbete para seguir leyendo