El clásico decepcionó en cuanto a juego, que no en emoción. Real Madrid y Barcelona se repartieron los puntos pese a que pocos pensaban que los azulgrana, con un desastroso deambular por la Liga, pudieran mostrarse en el Bernabéu como un grande. El equipo de Antic, que vive instalado en la mediocridad desde que comenzó el campeonato, frenó esta noche el avance de la tropa de Vicente del Bosque y aderezó el tramo final de la Liga con una dosis extra de suspense. Si hoy ganan la Real Sociedad y el Depor, los blancos sólo mantendrán un punto de ventaja a falta de ocho jornadas.

Si al Real Madrid le iba mucho en el envite, no menos se jugaba el Barcelona. La posibilidad de quedarse demasiado cerca de la frontera que da paso a la zona de descenso es una amenaza temible para los azulgranas. Así, hubo poco fútbol y mucha, muchísima tensión durante los 90 minutos. Radomir Antic diseñó una estrategia que hizo mucho daño al Real Madrid. Situó a la defensa muy adelantada, juntó mucho las líneas y redujo los espacios en la zona de creación. Con esa táctica maniató a Zidane y contrarrestó la pegada del equipo blanco.

La máquina blanca no funcionaba, pero Ronaldo acudió al rescate cuando su equipo peor lo pasaba. En su primer duelo ante el Barcelona con la camiseta del Real Madrid, firmó el 1-0 en el minuto 16 tras plantarse sólo ante Bonano. Fue su gol número 50 en la Liga española, muy protestado, por cierto, por los jugadores de su exequipo, que reclamaron fuera de juego.

El Barcelona no se amilanó, ni mucho menos. Luis Enrique se encargó de evitarlo. Tan motivado como siempre que acude al Bernabéu, que un día fue su casa, el jugador asturiano levantó a los suyos a base de fútbol y mucha picardía. No sólo marcó el gol del empate en el minuto 32, al aprovechar un rechace de Casillas tras un remate de cabeza de Kluivert, también consiguió desquiciar a los blancos con un par de acciones poco elegantes.

El arranque del Barcelona en el segundo tiempo fue impecable. El equipo de Antic se hizo con el centro del campo y el Real Madrid estuvo contra las cuerdas durante un buen rato, excepto dos infructuosos zarpazos de Figo y Ronaldo.