José era un entrenador de personalidad y carácter, y fue contratado por un todopoderoso hombre de negocios para cuidar su colección de obras de arte, llamada Real Madrid. Pero como José era muy profesional y no le gustó nada de lo que veía, le dijo al jefe que no estaba dispuesto a ser cómplice de aquella farsa burguesa, y se largó. Al jefe no le vino del todo mal; José daba voces y reñía a las obras de arte, y las hacía correr y sudar. Fue entonces cuando entró en escena Mariano, amigo de José que, sin embargo, no se fue con él, como era lógico y ético, y haciendo un tremendo esfuerzo, aceptó el cargo que por dignidad había dejado su amigo. Era curioso porque Mariano, que había trabajado codo a codo con José, no se enteró de nada de lo que vio su amigo. Así que Mariano interpreto fielmente el papel que le correspondía, dando todo el cariño del mundo a las obras de arte y poniendo en la pared principal a las que más dinero le habían costado al jefe. Si cuando hacían el ridículo José las ponía a caldo, Mariano, el amigo de José, habla maravillas por muy mal que lo hagan. El que manda salió ganan- do con el cambio. Mariano es un entrenador de medio pelo, dócil y con poco talento, pero un amigo.