Que Sergio Ramos es un hombre de carácter, es cosa sabida por todos sus compañeros y rivales. También por Luis Aragonés, que podía esperarse la reacción que tuvo ayer el defensa del Real Madrid después de lo ocurrido el día anterior. El seleccionador le acusó, en rueda de prensa, "de hacer cositas que no debe hacer fuera del campo", mientras que el sevillano tampoco se escondió a la hora de pedirle explicaciones.

Lo hizo nada más acabar la charla habitual que el técnico despacha con los 23 internacionales antes de comenzar cada sesión. Cuando Luis hizo el gesto para que los futbolistas se pusieran a trabajar, Ramos dio un paso al frente, le miró a los ojos y abrió una tensa conversación con él rodeado por todos los compañeros. Fueron cinco minutos de intercambio dialéctico, en los que el futbolista empleó un tono de evidente firmeza y realizó gestos inequívocos para pedirle respeto a los códigos internos de los que Aragonés no deja de hablar.

LA PELÍCULA Al parecer, tras pedir disculpas a todo el grupo por algún que otro retraso a la hora de bajar al comedor, Ramos exigió al técnico que aclarase sus palabras del jueves, porque considera que pueden manchar su imagen. El tono de la conversación subió mientras los demás ponían cara de circunstancias. Luego, Marchena terció para retirar al andaluz y protegerle de las cámaras, encantados con la escena. Todo terminó con un gesto mutuo más o menos amistoso.

"Hablábamos de música, nada más", señaló Torres una hora y media después, en rueda de prensa, para salir del paso. La versión de Aragonés fue recogida más tarde por TVE-1, donde dijo, con poca convicción, que no se había hablado de sus manifestaciones: "Hablamos de temas del equipo y Sergio se ha expresado. Cuando hay pocas noticias, se habla de cosas sin ninguna importancia".