Estamos de enhorabuena. O, mejor dicho, somos unos privilegiados porque el martes volverá a sonar el himno de la Champions en El Madrigal y muchos tendremos los pelos de punta de emoción. Sí, lo más grande a que se puede aspirar en el fútbol está aquí, en una provincia tan pequeña como Castellón, en una ciudad tan maravillosa como Vila-real.

Hay que estar a la altura. No vale con llenar el campo, la afición debe llevar en volandas al equipo. Tiene que marcar el primer gol. El Madrigal no es un estadio que se caracterice por la presión que ejerce la grada, pero hay que cambiar para que los jugadores noten ese aliento minuto a minuto. Vale la pena. Lo demás seguro que se encargan de ponerlo Pellegrini y los suyos. Vuelve la gloria bendita. ¡A disfrutar!

El Castellón no pudo hacer lo que quería. Brindarle una victoria en Salamanca a Carlos López, el chaval de Onda que llegó con la maleta llena de ilusiones a Castalia, pasó una pretemporada de ensueño con Abel y ahora acumulaba méritos en el Amateur para debutar en el primer equipo en un partido oficial. La vida, a la que en ocasiones como esta no le encuentras explicación, fue injusta con el chaval que encontró la muerte en la maldita Nacional 340 --por favor, que no demoren más el desvío-- cuando iba a entrenar. Descanse en Paz.

No quiero pasar por alto el detallazo que ayer tuvo el Valencia de saltar al campo con brazaletes negros por la muerte de Carlos. Se nota la mano de Fernando, ahora metido a vicepresidente. Así se hace Comunitat.