Pocos clubs en Europa han demostrado una capacidad similar a la del Villarreal a la hora de fabricar productos válidos para el fútbol profesional. En los últimos tres años, la factoría de la Ciudad Deportiva ha exportado al primer equipo a un total de 24 futbolistas, una revolución que se inició con la llegada de Garrido al banquillo y que ha continuado con Velázquez como máximo responsable del proyecto.

El gran boom de los canteranos se produjo en la campaña 2010/11. De una tacada, 10 futbolistas dieron el salto desde un filial que daba muestras de su calidad en la categoría de plata. Musacchio, Juan Carlos, Oriol --ya habían debutado con el primer equipo--, Matilla, Cristóbal, Ruben, Montero, Catalá, Mario y Gullón tuvieron diferente éxito en su alternativa. Algunos, como Musacchio, Oriol o Ruben, se asentaron; otros deberían buscarse otras salidas para tener minutos.

La pasada campaña se frenó el salto de jugadores del filial. Solo Hernán Pérez y, en la segunda parte de la Liga, Costa solidificaron una trayectoria regular. Pero con el descenso ha llegado la segunda revolución, con Trigueros, Mariño y Moi como principales exponentes. Nueve jugadores procedentes de la base han estado en alguna de las 15 convocatorias de Liga y Copa. A los ascendidos de forma definitiva al primer equipo se han unido los Lejeune, Pablo González, Salva Chamorro o Gerard Moreno. Los tres primeros lograron debutar; el pichichi del filial ha estado en el banquillo.

Pero el Villareal no solo ha sacado rendimiento deportivo a su cuidada cantera. Las arcas también han notado una buena inyección con ventas de jugadores que llegaron con traspasos testimoniales. Así, en los últimos tiempos, las salidas de Matilla, Montero y, sobre todo, Ruben (el Dinamo de Kiev pagó 10 millones y podría llegar a 13 por objetivos) han dejado casi 18 millones de euros en época de vacas flacas. H