Rostros desencajados, miradas perdidas o clavadas en el suelo... Lo que sucedió el sábado, en Aèria, es el súmum de este aciago inicio de temporada para el Castellón, a 11 puntos del líder, siete de los play-off... y solo dos de margen respecto al descenso. Números increíbles, más aún cuando los orelluts han ido por delante en todos y cada uno de los siete partidos, habiendo desperdiciado dos con 1-0 y, el más reciente, un 0-2 que tiraron por el desagüe en 20 minutos, rematados por el penalti fallado en el 93.

En caliente, se puede hablar de mala suerte, de la fortuna que tuvo el Cullera para conseguir tres golazos... Sí, aunque cuando un equipo es reincidente, y en tantas ocasiones, es para hacérselo mirar. En el punto de mira está el entrenador, incapaz de acertar con los resortes después de tantos encuentros, así como la plantilla, debido a su fragilidad para desmoronarse ante tantos puntos regalados a sus adversarios.

DE LA LUZ A LAS SOMBRAS // Nada hacía presagiar que septiembre dijera adiós con unos resultados y unas sensaciones tan desesperantes. Ni la confección de la plantilla ni las buenas vibraciones -por encima de las goleadas, una, incluso, frente a un rival de Segunda B como el Mestalla- hacían percibir que el esperado pulso con el Eldense por el liderato arrojara este primer balance. Por ahora, las opciones de acceder a la lucha por el ascenso permanecen intactas, habida cuenta de que el pasado curso liguero fue similar y, con todo, el Castellón llegó a la última jornada con opciones, incluso, de acabar primero.

Sin embargo, la reacción, completa y prolongada, más allá de un par de partidos antes de recaer, pasa por la autocrítica primero y por el propósito de enmienda después, más allá de referirse a la mala suerte.

Toca mirar al banquillo, pues su grupo de trabajo es muy similar al de la pasada temporada, aumentado por unos recursos que, aun siendo modestos, no tuvo su predecesor. Jorge Peris ha optado, en el tiempo inmediatamente posterior a la debacle de Cullera, por la ley del silencio. No hizo declaraciones al término del encuentro -ni siquiera se dirigió a sus futbolistas- y también declinó hacerlas en las últimas horas, lo cual es una evidencia más de que las dudas se han apoderado del vestuario albinegro, confundido por una trayectoria diametralmente opuesta a la que todos esperaban. A él le corresponde dar el primer golpe de timón, aunque quien piense que el giro de 180º dependa única y exclusivamente de él, es que hace una lectura muy sesgada de la realidad... H