Tras el accidente del Málaga, el Barcelona retorna a la Champions obligado a redimirse de un chasco en mala hora y, de paso, lanzar un mensaje a Europa. Con Messi, Neymar y Suárez se puede ir a cualquier parte y llegar, allá por junio, a Berlín, el escenario de la final. Vuelve a Manchester. Vuelve el City de Pellegrini como rival. “Les respetamos mucho, demasiado, la pasada temporada”, proclamó Nasri. Si no le respetan hoy tanto, se daría el escenario preferido para que los tres tenores se desbocaran sobre la mala hierba del Etihad Stadium.

Llegó el Barcelona herido por una derrota que le ha dejado, otra vez, a cuatro puntos del Madrid. Pero, al mismo tiempo, obsesionado en demostrar que fue un tropiezo tras encadenar 11 brillantes victorias. En Europa no se permite errores groseros como el de Alves regalando el gol a Juanmi, ni un resbalón.

Tras una derrota, el Barça tiene ante sí una excelente oportunidad y, al mismo tiempo, un serio peligro. El City dice haber aprendido de aquella eliminación de hace un año. Pellegrini no olvida. Quiso entonces atacar la espalda de Alves y, de repente, se encontró con un dantesco panorama: penalti, expulsión de Demichelis y gol de Messi. Cada vez que alguien se le acerca, el chileno recuerda que tanto en Manchester como en Barcelona (Zabaleta vio la tarjeta roja) terminó con 10.

LA RABIA DE MESSI // Pellegrini sostiene que será otro City. Luis Enrique, en cambio, se conformaría con que fuera el mismo Barça pos-Anoeta, ese equipo guiado por un extraterrestre como Messi. Herida como está la estrella tras una insólita tarde en blanco, Europa se presenta como el mejor escaparate posible. Para Messi, para Neymar, para Suárez... Para que, como insiste día tras día el presidente Bartomeu, “la mejor delantera del mundo” deje su firma en la casa citizen.

LA VUELTA DE SUÁREZ // Messi lo necesita. Y Luis Suárez, tal vez más que nadie. Retorna a Inglaterra, el país donde se encumbró, convertido en un goleador de talla planetaria. Ni a él le basta aquella hermosa chilena al Levante para aliviarle de tanta frustración. Cuatro tantos en sus últimos 10 partidos es poco para él. Busca el 9, más pasador ahora que finalizador, un gol en Europa que le reconcilie consigo mismo.

Es, entre otras razones, el partido del año (de momento) porque el club, o mejor dicho, la directiva, viven más pendiente que nunca del marcador. Un tropiezo en Europa haría entrar otra vez a la entidad en ebullición. H