El fútbol en Eibar ya no es lo que era. El patadón ha pasado a mejor vida, sobre todo desde la llegada de Mendilibar y de un ramillete de futbolistas como Pedro León, Rico, Bebe… que le dan al equipo armero un perfil mucho más técnico de lo que la historia del club ha reflejado: lucha, entrega y sacrificio. Es un estigma del que el actual Eibar huye. El balón ya no busca tanto las alturas, sino que rueda más a menudo a ras de césped; el equipo ya no recula instintivamente para esperar al rival y salir a la contra, sino que intenta pelear de tú a tú la posesión; y sobre todo, este Eibar de Mendilibar tiene ya más recursos ofensivos que el balón al área.

Por supuesto, las características del pasado no han desaparecido por completo y el Eibar echa mano de ellas cuando no funciona el plan A. El armero sigue siendo un equipo incómodo y pegajoso en la presión, aunque no tan férreo en su último muro de contención. El 0-3 que le igualó el Espanyol en la última jornada da fe.

Mendilibar alterna el 4-4-2 y el 4-2-3-1. Riesgo ha sido elegido para la titularidad en la portería, un guardameta que ha crecido con los años. Delante de él, cuatro fijos: Capa y Luna en los laterales y Lejeune en el centro, que ha aportado tranquilidad en la salida del balón. Como central derecho, Mendilibar ha alternado con Gálvez, Ramis y, en menor medida, el argentino Mauro. Escalante y Dani García son la principal ayuda en tareas defensivas.

En zona ofensiva, el Eibar confía en Pedro León y Bebe en las bandas, cuando juega con dos delanteros: Sergi Enrich y Kike. El catalán es la punta de lanza con el 4-2-3-1, en el que se introduce Fran Rico (duda ante los amarillos) como mediapunta. Mendilibar comparte la filosofía de Fran Escribá: «No jugamos más al ataque por salir con uno o con dos delanteros». H