En unos mercados en busca de la liquidez, la solvencia y la confianza perdidas por la sucesión de etapas de la crisis financiera, tan solo lo primero está en cierta medida en manos de los bancos centrales. Con la esperanza de que transferir cifras millonarias contribuya a levantar los mercados colapsados tras la debacle bursátil del lunes y que con la liquidez se serenen los ánimos entre los inversores, los bancos centrales mundiales, encabezados por la Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE), inyectaron ayer miles de millones de euros para mitigar la crisis financiera en las bolsas. Solo entre EEUU (35.000 millones de euros) y la zona euro (70.000 millones), los mercados recibieron ayer 105.000 millones. Medidas que en EEUU la Fed considera suficientes al menos a corto plazo, ya que en contra de lo que se había especulado el organismo no bajó los tipos de interés.

EFECTOS DIVERSOS Las inyecciones de liquidez dieron una tregua y calmaron parcialmente las bolsas. Wall Street cerró con un repunte del 1,3%, mientras que el selectivo español, el Ibex 35, avanzó el 0,11%. Se desmarcaron del resto de Europa, ya que el británico FTSE-100 cayó el 3,43%; la bolsa alemana, el 1,64% y la francesa, el 1,96%.

Entre el lunes y ayer, la Fed y el BCE han insuflado a los mercados 135.000 millones, en unas medidas que han seguido otros bancos centrales del mundo. Así, el Banco de Inglaterra ha inyectado 32.000 millones de euros. En Asia, Japón, Australia y la India siguieron la misma política, igual que Rusia, que inyectó casi 10.000 millones de euros.

Las cifras de aportaciones de liquidez suponen récords de intervención de los organismos reguladores en los mercados. Las cifras superan las medidas similares que se adoptaron en los días inmediatos tras los atentados del 11-S y se añaden a las inyecciones de liquidez que los bancos centrales llevan efectuando en el último año para responder a la sucesión de problemas en los mercados financieros.

En el caso estadounidense, la medida tuvo un efecto inmediato: reducir el tipo de interés interbancario (el precio al que los bancos se prestan el dinero), que entre el domingo y el lunes llegó a situarse hasta en un 6%, cuatro puntos por encima del límite en que quiere mantener este indicador la Fed. El interbancario es muy significativo de por dónde van los tiros en el sistema financiero. Al margen de cuestiones coyunturales, a ambos lados del Atlántico los bancos restringen los préstamos que se conceden entre ellos porque no están seguros de hasta qué punto las carteras de sus colegas y competidores están afectadas por la crisis. Como consecuencia de tanta desconfianza por la solvencia del sistema entre sus propios integrantes, los intereses interbancarios suben y los mercados sufren una crisis de liquidez.

En los mercados se esperaba ayer que la Fed decidiera rebajar los tipos. Pero el banco central de EEUU los dejó en un 2%. Ben Bernanke se mantiene fiel a su intención de sostener los tipos, consciente de la complejidad de esta crisis: alta inflación, débil crecimiento y fragilidad de los mercados. No era una decisión sencilla. El mensaje transmitido es que mantener bajo control la inflación es objetivo prioritario.

AIG VUELVE A HUNDIRSE La Bolsa de Nueva York abrió ayer con pérdidas moderadas, pendiente de la decisión de la Reserva Federal y del sino de AIG. En plena búsqueda de fórmulas para garantizar su supervivencia, la aseguradora se hundió ayer en el parquet por segundo día consecutivo (el valor de sus acciones bajó en un 63%). Según David Paterson, gobernador de Nueva York (que por ley supervisa a AIG), la empresa tiene un día para encontrar una solución.