España fue el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que más redujo las desigualdades de ingresos de los asalariados en el decenio terminado en 1995 gracias a ser también el estado donde más progresó la tasa de empleo.

Esa disminución de las desigualdades de ingresos en España contrastó con la tendencia en la gran mayoría de los miembros de la OCDE, donde las desigualdades aumentaron por regla general por factores como la globalización, el progreso tecnológico.

España fue el único en que la diferencia entre el 10 % de trabajadores a tiempo completo con mayores ingresos y el 10 % con los menores se redujo en más de un punto porcentual en el decenio estudiado.

También disminuyó, entre medio y un punto porcentual, en Suiza, Canadá, Irlanda y Francia, y un poco menos en Austria. En el resto de los Estados, hubo incrementos en las diferencias entre los ingresos del 10 % más pobre y el 10 % más afortunado.

Donde más aumentó esa desigualdad fue en Polonia (la variación entre los dos grupos fue superior a los 2,5 puntos porcentuales), Corea del Sur, Nueva Zelanda (en ambos casos entre 2 y 2,5 puntos), Hungría, República Checa, Noruega, Italia (en todos ellos entre 1 y 1,5 puntos).

Paralelamente, España destacó como el país de la OCDE donde más aumentó la tasa de empleo (por encima de 1,5 puntos porcentuales) durante esos años, seguido de lejos de Irlanda (+1,2 puntos) y Finlandia (+0,8).

De acuerdo con los datos de la OCDE, en 2008 las mayores desigualdades por los ingresos de trabajo se daban en Estados Unidos, Chile, Portugal, Canadá, Polonia, Grecia y el Reino Unido. España se situaba en mitad de los miembros de la organización, con menos desigualdad que la media. Las menores fracturas en ingresos se daban entonces en Suiza, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Eslovaquia, República Checa, Noruega y Francia.