A menos de una semana para que el Congreso vote la reforma laboral, el Gobierno sigue sin tener amarrados los apoyos. El debate político se centra en esa jornada por dos motivos: que la coalición tenga suficientes números para sacar adelante uno de los proyectos más importantes de la legislatura y la foto final que deje esa votación. No es un asunto menor y, por eso, Yolanda Díaz incrementa sus esfuerzos para lograr que ERC se sume al pacto. El ala socialista se mantiene a la espera bajo la premisa de que el decreto pactado con los agentes sociales no sufra cambios. Y Ciudadanos mantiene su voto a favor si el texto no se modifica, aunque ve incompatibles sus escaños con los de los independentistas catalanes, tal y como recoge El Periódico de España.

El objetivo de Moncloa es sacar la reforma adelante. El de Díaz es más ambicioso: intentar que los socios habituales sean quienes lo permitan. Las cosas no pintan bien teniendo en cuenta el frente común que el jueves escenificaron ERC, Bildu, BNG y la CUP con un rechazo total al texto actual. La ministra de Trabajo no desistirá en lo que respecta a los republicanos que encabeza Gabriel Rufián en el Congreso, mientras el ala socialista da muestras de mayor tranquilidad al saber que los nueve diputados de Ciudadanos estarán en el sí. Faltan por encajar piezas. Especialmente, la del PNV.

Como en otras votaciones importantes, el Gobierno aspira a una mayoría lo más amplia posible. El objetivo de que ERC recule y dé su visto bueno al decreto actual no convence para nada a Ciudadanos. Como publicó El Periódico de España, Arrimadas no negociará su apoyo con el Gobierno. Lo único que persigue realmente el partido naranja es ahuyentar a ERC y Bildu del pacto, y garantizar que lo pactado con empresarios y sindicatos es lo que sale adelante. Como explican fuentes de la dirección: “No tenemos ningún interés en negociar con Sánchez. Ni en sentarnos. Sólo en restar influencia y capacidad de decisión a los nacionalistas”, zanjan.

De ahí que la visión de Ciudadanos sea que si finalmente ERC está en el acuerdo, “habrá contraprestaciones insoportables” para los naranjas que obligarían “a revisar el sentido del voto” casi con total seguridad. Arrimadas ve improbable que el decreto permanezca tal cual si Rufián y sus otros 12 compañeros de escaño dan el sí a la reforma. Y añaden: “Si buscan hacer cambios por otras vías, fuera del decreto, serán igual de nocivos”. El mensaje no es sólo para los republicanos en este caso. Los nacionalistas vascos también insisten en la prevalencia de los convenios autonómicos que la patronal rechaza.

Ciudadanos ha comprometido su sí a la reforma laboral en presencia de los empresarios, tras su reunión con CEOE y ATA a principios de semana. En realidad, ya en diciembre, como adelantó este diario, abrió una vía alternativa para sacar adelante la ley si los socios habituales de Sánchez daban la espalda. Tomaron la decisión sin haber hablado con el Gobierno y a día de hoy siguen sin hacerlo.

Sí ha habido contactos en el Congreso con el portavoz parlamentario socialista, Héctor Gómez, en el marco de las conversaciones que mantienen los grupos. E incluso uno, muy breve, con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, tras coincidir en el hemiciclo esta semana. Ciudadanos sólo expuso la postura, de sobra conocida. 

El partido de Arrimadas tiene la sensación de que el PSOE está dejando a Díaz agotar su vía de diálogo. "A que se estrelle", afirman. Y si, la víspera de la votación se confirma que los socios no darán su voto a favor, los socialistas atarán los apoyos de la alternativa. El PNV juega un papel clave en ambas, pero los grupos más pequeños (Coalición Canaria, Navarra Suma, Teruel Existe…) cuentan todavía más si finalmente el Ejecutivo recurre a la opción de los naranjas.

Sobre lo que no habrá ninguna sorpresa es en la posición del PP. El partido de Pablo Casado ya fijó un voto en contra a pesar de los mensajes que algunos dirigentes lanzaron, como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, e incluso el presidente popular explicó sus argumentos en la última reunión del comité ejecutivo nacional del año. Los populares asumen el coste de rechazar una ley laboral que apenas toca la reforma del Gobierno de Mariano Rajoy de 2012 bajo la premisa de que “aunque busque derogar solo el 10%”, no la respaldarán. Casado entiende que su grupo debe reflejar la alternativa y no ponerse al lado del Gobierno, incluso aunque los agentes sociales hayan avalado el texto.

Ciudadanos aprovecha el enrocamiento de los populares para defender “una posición de Estado” que pasa por salvar la reforma de empresarios y sindicatos: “Lo que ofrecemos nosotros es consolidar la reforma del PP de 2012. Cosa que Casado ha renunciado a hacer. La izquierda ya no podrá decir que aquella reforma era tan horrible, porque va a llevar su sello también desde la próxima semana”, zanjan en la cúpula naranja.