España y Portugal ya tienen una propuesta para la Comisión Europea para bajar el precio de la luz. Después de que los Veintisiete aceptaran que ambos países pudieran tomar medidas diferenciadas para combatir la escalada de precios, los Gobiernos ibéricos han consensuado su posición para pedir a Bruselas que apruebe un tope del precio del gas que se utiliza para producir electricidad de 30 euros por megavatio hora (MWh) de manera temporal, según ha adelantado el diario portugués Público y recoge El Periódico de España. El Gobierno español de momento no ha confirmado el contenido de la propuesta enviada a Bruselas.

España y Portugal arrancaron la semana pasado de los socios de la UE un reconocimiento a la “excepción ibérica” y el permiso para que ambos países, que cuentan con un mercado eléctrico que en la práctica opera de manera conjunta, adopten medidas especiales para bajar los precios de la luz. Un trato especial por ser una “isla energética”, con más renovables que el resto de la UE, pero con menos interconexiones internacionales con el continente.

El plan de Madrid y Lisboa pasan por establecer un límite máximo al precio del gas que se utiliza para producir electricidad. El objetivo es conseguir el precio de gas más bajo posible, pero que sea aceptable por la Comisión Europea para evitar una gran distorsión en relación al resto de países de la UE. La horquilla que se manejaba para presentar la propuesta estaba entre los 30 euros y los 50 euros por megavatio hora. La propuesta final recoge la opción más ambición, y también la que puede presentar más problemas para que sea aceptada por Bruselas.

Los mercados mayoristas eléctricos en Europea funcionan con sistemas marginalistas, que hacen que la última oferta de producción en casar con la demanda es la que fija el precio para todas las demás. La última oferta es en la mayoría de los casos la que realizan las centrales de gas, que ahora soportan unos precios disparados por la desorbitada cotización del gas natural y que empujan al alza el precio de toda la electricidad, también la de las renovables o las nucleares que no soportan esos costes extra por la subida del gas.

Por eso, España y Portugal pretenden aplicar un precio máximo sólo a las ofertas que pueden presentar en el mercado eléctrico las centrales de ciclo combinado (las que queman gas para producir electricidad). Con ello, el conjunto del mercado eléctrico dejaría de disparar su precio al conseguir desacoplarse del precio del gas, que ahora ha agudizado sus subidas por la invasión militar de Rusia sobre Ucrania.

Choque en la coalición

El límite concreto que debía fijarse para el precio del gas que se usa para generar electricidad se ha convertido en otra materia de choque entre los socios de Gobierno en España en los últimos días. Desde Unidas Podemos se ha venido defendiendo abiertamente fijar el tope precisamente de 30 euros por MWh, mientras que las vicepresidencias controladas del PSOE se ha defendido esperar a todos los trabajos técnicos para establecer un precio máximo (aunque desde hace días se apuntaba que previsiblemente estaría más cerca de los 50 euros por MWh).

Desde el bloque socialista del Ejecutivo se insistía en que los trabajos técnicos continuaban para establecer una cota suficientemente baja para que sirva para bajar el precio del mercado mayorista de la electricidad, que determina directamente la factura de luz que pagan unos 10 millones de hogares (los que tienen tarifa eléctrica regulada) y miles de grandes compañías y pymes. "Estamos empeñados en paliar al máximo el impacto de la subida del gas. Queremos bajar el precio de la luz y por eso trabajamos con Portugal y la Comisión Europea con muchos elementos técnicos", indicó esta semana la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Pero los trabajos técnicos también tenían un componente que no se circunscribe a lo meramente operativo en el juego de precios en el mercado eléctrico. Y es que España y Portugal debían proponer un precio máximo para las centrales de gas que sea asumible por la Comisión Europea para conseguir su aprobación, y que no suponga una distorsión comparativa con los mercados del resto de países europeos. "Tenemos que negociar un umbral que a la Comisión Europea le parezca razonable. No se puede determinar a la ligera, hay mucho trabajo detrás", subrayóRibera. "Cuanto más bajo sea el precio será mejor para nosotros, pero dentro del margen que la Comisión considere aceptable para aprobarlo".

La fijación de un precio máximo al gas que se usa para generar electricidad tendrá sólo carácter temporal, en principio hasta final de año. Se trata de una medida excepcional con la que se pretende contener la subida actual del precio de la electricidad, para luego volver al sistema marginalista habitual (a la espera de que la UE se abra más adelante a un debate a fondo sobre cambiar el sistema de fijación de precios eléctricos de manera permanente, como ha venido reclamando España).